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Los nuevos roces entre las dos Coreas recuerdan el armisticio de 1953

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Fecha Publicación: 15/10/2024 - 21:40
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Los recientes sucesos en la zona de frontera entre Corea del Norte y Corea del Sur, puestos en evidencia por la detección en Pyongyang de drones controlados desde el sur, que habrían sobrevolado su capital, han llevado a asumir una nueva actitud reactiva, esta vez detonando explosivos en dos carreteras que conectaban a los dos países en la referida área fronteriza. Los ánimos, en consecuencia, vuelven a caldearse, y esta actitud belicista recuerda que, entre las dos Coreas, persiste la firma del Acuerdo de Armisticio de 1953 entre Pyongyang y los Estados Unidos de América, que lideró la negociación por Corea del Sur, país que no quiso firmarlo. Por esa época, gobernaba el Perú Manuel A. Odría (1948-1956). El armisticio fue, como se deduce, un acuerdo temporal sobre el cese de las hostilidades por la guerra entre las dos Coreas (1950-1953). La del norte, apoyada por la entonces Unión Soviética y China, y la del sur, que contó con el respaldo político y militar de Estados Unidos, y también de la ONU, hay que decirlo.
Eran los tiempos de la Guerra Fría, en los que Washington y Moscú emergieron como las dos superpotencias luego de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) y se dedicaron a delimitar sus áreas de influencia. La ciencia de las Relaciones Internacionales llama a esta etapa “Mundo Bipolar” porque eran dos los Estados hegemones que buscaban imponer su sello ideológico. Así, la Casa Blanca pregonando el capitalismo y el Kremlin, el comunismo, se dividieron la península coreana: la República de Corea (Corea del Sur) y la República Popular Democrática de Corea (Corea del Norte), respectivamente.
La guerra, que dejó un saldo de más de tres millones de coreanos muertos, debía acabar a cualquier precio. Ninguna de las superpotencias ni los aliados de ambos querían que Seúl y Pyongyang siguieran masacrándose, algo que, penosamente, no se ve en la guerra entre Rusia y Ucrania, en imperturbable camino a cumplir su tercer año. Por esa razón, decidieron el armisticio, firmado en la ciudad de Panmunjom, también llamada la “Aldea de la paz”, en el denominado Paralelo 38°, que sigue siendo hasta el día de hoy una zona desmilitarizada, precisamente por ese acuerdo.
Mirando la complejidad actual en la zona de frontera entre las dos Coreas, será bueno hacer hincapié en que, conforme al derecho internacional, la referida firma del armisticio, hace ya 71 años, no solo recuerda a ambas naciones que técnicamente siguen en pie de guerra, sino que, ante la inminencia de las elecciones en los Estados Unidos, el nuevo presidente debería considerar este problema de larga data contemporánea como prioritario. Por lo menos Donald Trump, que busca un segundo y último período, tuvo un incuestionable acercamiento con el actual líder norcoreano.
En mi libro Kim Jong-un: el niño terrible, publicado en 2017, desarrollé dos retos hacia adelante: la firma de un tratado de paz definitivo y permanente, y la unificación de las dos Coreas. El primero deberá ser la prioridad, y el segundo, algo más difícil, y visto desde la teoría del realismo de las relaciones internacionales, demandará un esfuerzo mayor en el que, además de Washington, será indispensable la participación de otros actores relevantes del sistema internacional.

(*) Excanciller del Perú e Internacionalista

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