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Los “justiratas”

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Fecha Publicación: 09/09/2022 - 22:20
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El problema de la seguridad alimentaria afecta a más de la mitad de la población del Perú y esto va de la mano con el aumento de la pobreza, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y Agricultura - FAO. Tres peruanos de cada diez son pobres en el 2021 y ellos saben que el sueño de comer bien les puede costar U$ 3.28 al día. Esto es una utopía sin nada que vender y sin inversiones cerca de sus zonas que generen empleo.

Hay millones de pobres sentados sobre ingentes recursos sin explotar y que, por ello, no alivian al hambre. Nada ha cambiado durante años y seguimos sin ver el arranque de los megaproyectos de infraestructura, como son Chavimochic III y Majes Siguas II, los que permitirían reactivar la economía con 1 ,700 millones de dólares para el sector agrario del norte y del sur, respectivamente. Estas inversiones permitirían enfrentar el problema de la seguridad alimentaria y generar 200 mil puestos de trabajo. Son miles de hectáreas que las comunidades no han logrado cultivar hasta la fecha.

Con los demás recursos, la historia se repite. Depósitos de minerales sin trabajar, ríos que no producen energía, jóvenes sin oferta laboral, ni pensión para la vejez, así como muchos otros. Fuera del radar van quedando los proyectos más importantes, como la ampliación de Quellaveco o el Terminal Norte Multipropósito del Callao, que podrían aportar puntos porcentuales al PBI e impulsarían nuestras regiones. En las provincias más pobres, el trabajo formal no existe, es decir, un proyecto que no recibe inversiones jamás dará alimento, ni tampoco abrigo. Y todo esto por la perniciosa semilla antiempresa privada, por la rebeldía amarga contra el “poderoso” o por una justificación deformada a favor de quien nunca tuvo dinero y proviene del pueblo, que dice : “Corrupción siempre hubo, antes aquí, antes allá... déjenlo robar tranquilo porque los otros también robaban”. Ese es el sentido solidario del “justirata”.

Hace muchos años, los pobres que lograron conseguir una propiedad no tienen un sol para invertir en sus tierras. Ellos necesitan que el Estado les entregue la urea, fertilizante, semillas y subsidios. Hasta el momento sólo existe el plan de impulso o el contrato que se firmaría para adquirir urea, del mismo modo que el título de propiedad, sin uso real. Las comunidades campesinas cultivan menos del 5% de las hectáreas tituladas para uso agrícola, por eso esperan que se puedan concretar las promesas del gobierno dadas en sus onerosas Asambleas Regionales de Ministros, con asientos reservados solo para sus “ronderos”. Mientras tanto, disfrutan gozosos de los discursos anacrónicos que impiden el ingreso de la inversión privado a sus tierras. Entonces, el “justirata” dirá: “Está aquí trabajando... no es el primer mandatario investigado”.

Los pobres necesitan puentes, colegios, centros de salud, polideportivos y muchas obras que sin mantenimiento no podrán seguir funcionando y se caerán. Para eso el Estado no está solo, los capitales privados nacionales o internacionales con altos estándares de seguridad y tecnificación podrían ser útiles. Sin embargo, la confianza del inversionista es muy débil, precisamente porque las primeras obras públicas en Chota son investigadas por corrupción del núcleo familiar del mandatario. Entonces, el “justirata”, en vez de pedir diligencia en las investigaciones fiscales, dirá: “Existe un sector en Lima que lo ataca en los medios... la justicia es rápida contra el presidente y su cuñada, pero no es eficiente con otros peces más gordos que siguen libres”.

Las justificaciones del “justirata” para apoyar al gobierno son abundantes y podrían llenar páginas. Como punto final, la educación escolar se está dando a un grupo de profesores de la FENATE, sindicato de Castillo, que exigen no ser evaluados para ocultar su mediocridad y falta de valores. Se termina convirtiendo en aliados de los “justiratas”, “niños”, “pájaros fruteros”, “ladrones de gallinas”, y otros muchos, cuyo mérito es justificar el delito y la falta de esfuerzo.

Hace más de 1,500 años, el escritor romano Casiodoro Senator dijo: “La pobreza es madre del delito”. La mayoría acepta que la desgracia justifica el robo o cualquier otra falta. Un hombre de buen corazón, se asocia a la imagen de Robin Wood, un ladrón. Pero, para no terminar como “justiratas”, si eres creyente de Dios, recuerda que las escrituras condenan con claridad el robo. Jesús en la tierra se preocupó de los desfavorecidos, fue condenado junto a ladrones, pero jamás consideró que la pobreza justifique el robo.

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