Los excesos de la fiscaviar
La doctora Delia Espinoza, en adelante la fiscal caviar o fiscaviar, viene cometiendo una serie de barbaridades y abusos que resultan intolerables.
Debe recordarse que ocupa de mala manera el cargo de fiscal de la Nación, que por justicia elemental le corresponde a Patricia Benavides, contra quien ha lanzado una artillería pesada desconociendo los principios procesales y del Derecho, al punto de haber sido reconvenida por el Tribunal Constitucional.
La fiscaviar ha declarado guerra sin cuartel contra el Ejecutivo y el Congreso de la República, al cual ni siquiera respeta al no asistir a las convocatorias de las comisiones fiscalizadoras. Tampoco coordina las acciones del Estado para avanzar la lucha contra la criminalidad. Además, se opone a la restitución de fiscales malamente suspendidos y hasta ha despedido a funcionarios que no se plegaron a su pataleta para quedarse en un cargo que usurpa.
Adicionalmente, favorece a fiscales que son de su argolla, permite que sus subordinados persigan y amenacen a periodistas de Willax Televisión. Ha manifestado síntomas de una paranoica persecución policial rechazada por el Poder Judicial; se enfrenta con el Ministerio del Interior, no sanciona a los fiscales que liberan a detenidos en flagrancia, ha hecho su búnker en el piso 9 del Ministerio Público, despotrica contra la JNJ; y, como cereza sobre el pastel de barbaridades, atenta contra la inviolabilidad de los congresistas, como acaba de hacer con la ridícula carta de rectificación remitida al representante Fernando Rospigliosi, en abierto desacato de lo dispuesto por el artículo 93 de la Constitución.
Pero allí no termina el rosario de inconductas. Acaba de parcializarse con los violentistas que asolaron Lima y zonas del interior en defensa del golpista Castillo. Con lo cual no ha hecho más que mostrarse como lo que es: una fiscal ideologizada, de posición caviar, que solo es sostenida en el cargo debido a dos razones: una, la lentitud de los procesos judiciales y constitucionales en el Perú; y otra, la mafia mediática y de redes sociales, precisamente de las ONG y activistas caviares.
Mientras tanto, el Ministerio Público anda de cabeza, en plan de rebeldía e inoperatividad ante los temas más urgentes y sensibles que afectan al país. Pero esto no puede seguir así: es urgente que el Congreso decida la intervención de la fiscalía y que se inicie una reforma profunda, cesando a todos aquellos quienes, como esta fiscaviar, afectan el orden esencial de la República.
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