Los desmemoriados del golpe de Estado de Castillo
Denuedo y determinación se valoran más en las circunstancias de adversidad, de revés en la vida, donde sale a relucir la casta, la madera del que está hecha una persona, más si te jactas de ejercer liderazgo en una organización política, de tener ascendencia sobre masas y colectivos sociales, porque si solo se es valiente en la victoria y no en el fracaso, entonces no eres más que un débil sin coherencia ni credibilidad. Esta reflexión la traigo a colación a propósito del golpe de Estado de Pedro Castillo, que al fallar, por falta de respaldo de las Fuerzas Armadas y de las instituciones democráticas del Perú, pretendió primigeniamente no recordar lo que había hecho para luego apelar ladinamente a juego de palabras para eludir responsabilidades, como ya es de conocimiento; pero no solo éste ha mostrado esa conducta débil, esquiva, silente, sino también su entorno presidencial, en especial los ministros de Estado que tuvieron ocasión de verle en Palacio de Gobierno, ya sea antes o después de que este leyera en señal de televisión el discurso de intentona golpista de autoría anónima, porque resulta que nadie quiere reconocer su paternidad, ni siquiera el propio jefe del Estado en funciones, pretendiendo que nos comamos el cuento de que leyó lo que leyó sin medir la trascendencia de su contenido, algo así como “estaba leyendo pero no estaba escuchando”, frase hilarante de los célebres cómicos Laurel & Hardy.
Tan chúcaros, tan desafiantes que se les veía cuando respondían a la prensa, a la crítica pública y hasta a los integrantes del Sistema de Justicia, por su nefasta administración o sindicaciones de corrupción, para verlos ahora declarar con voz quedita sobre los acontecimientos del pasado 7 de diciembre, negar en todos los idiomas conocer de las pretensiones de su otrora jefe y correligionario Pedro Castillo. Bravíos en el ejercicio de altos cargos públicos pero altamente vulnerables en la salud para enfrentar con hidalguía las consecuencias del afiebrado golpe de Estado o dar una interpretación auténtica o enmudecer ante frases dichas en el preludio del estallido social de los últimos meses, que “correrán ríos de sangre” o aquello de “Si vacan al presidente, la convulsión sería tan grande que se volvería ingobernable”.
De líderes no tienen nada, toda su valentía al parecer se desvaneció ante la posibilidad de purgar cárcel, dejando traslucir cobardía, indignos de verdaderos caudillos peruanos, perseguidos y privados de su libertad por sus ideas políticas, que sufrieron destierros y cárcel sin abdicar a sus actos e idearios, siendo consecuentes con sus luchas, caso Víctor Raúl Haya de la Torre, Luis De la Puente Uceda, Horacio Zeballos Gámez, etc., con quienes se puede estar de acuerdo o disentir, pero su memoria se respeta.
Mira más contenidos siguiéndonos en Facebook, Twitter, Instagram, TikTok y únete a nuestro grupo de Telegram para recibir las noticias del momento.