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Los culpables de nuestro desastre

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Fecha Publicación: 23/06/2024 - 23:00
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Los indicadores de crecimiento económico pueden decir una cosa; pero la realidad de un Estado es mucho más compleja de radiografiar que recurrir, únicamente, a guarismos fríos. Desde la pandemia, nuestro país no hace más que ahondar su crisis económica-financiera. No por culpa de otra cosa que la temeridad de sus gobernantes. Ahora mismo, asistimos a un infructuoso debate respecto al crecimiento que tendrá nuestra economía este año.

Inicialmente, se hablaba de crecer 0.4% (lo que implicaría decrecer, pues estaría por debajo del aumento poblacional); mientras otros se aventuran a predecir 3.2% de progreso. En todo caso, ambas proyecciones son inválidas si lo que queremos es sincerar nuestra realidad económica. Un interesante artículo, publicado por el diario español La Vanguardia, explica que los verdaderos economistas procuran acotar las mediciones económicas de sus estadísticas a factores estructurales, sujetos a un “crecimiento de buena calidad”. Es decir, un desarrollo socioeconómico debidamente certificado por un organismo confiable. Como la escuela de negocios suiza IMD, que emite un ranking mundial de competitividad cuyo coordinador es Arturo Bris. Según este especialista, “la elaboración del ranking tiene como base la realización de encuestas a directivos, así como el análisis de 164 datos estadísticos internacionales.” No se trata entonces de una medición fría sino aplicada a conceptos gravitantes, respecto a la consistencia de los porcentajes y datos estadísticos.

El caso más controvertido -relata Bris- es aquello que denomina “la eficiencia del gobierno”. Allí entran en juego parámetros como las finanzas públicas, la política fiscal, el ámbito institucional, la legislación empresarial y el marco societario, donde exhiben particular importancia criterios como los resultados de la Prueba PISA (tema que hemos tratado en un reciente comentario, donde Perú está en último lugar dentro de Latinoamérica). Nuevamente, según Bris, específicamente influyen factores que van, desde la formación personal al sistema educativo, adaptados a la realidad económica de hoy, tomando en consideración desde los conceptos de la PISA hasta, inclusive, los niveles de aprendizaje del inglés, y/o el retraso en la digitalización de las pymes.

Sea lo que fuere, la verdad es que, tomando en consideración aquellos criterios, las perspectivas del crecimiento macroeconómico peruano son ínfimas. O en todo caso, nulas. Porque nos encontramos en una coyuntura donde nuestro Estado es inexistente. O, peor todavía, está secuestrado por una organización criminal liderada por gente de la peor estofa como los gorritis, pérezgómez, velabarba, etc., que, parapetada detrás del Ministerio Público, imputa a diestra y siniestra a los opositores de la mafia caviar y mantienen amenazado como rehén a todo aquel que no simpatice con sus dictados.

El costo económico -en caso podamos sacudirnos de la escoria que lo tiene chantajeado- será aún peor que el de la quiebra económica de finales del siglo XX. Aunque el costo político, para librarnos de esta mugre que se ha apoderado del gobierno, podría ser aún muchísimo peor.

Así es la izquierda criolla. Falsaria, totalitaria, corrosiva, abusiva, destructiva. Pero mucha gente -¡de todos los sectores sociales!- vota por ella. ¡Ellos son los verdaderos culpables de nuestro desastre!

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