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Los cuatro hitos que debieran marcar nuestro futuro

Fecha Publicación: 12/05/2019 - 22:10
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La historia reciente va marcando algunos hitos que debieran llevar a una reflexión a los peruanos para empezar a centrar la discusión de los temas más relevantes y demandar acciones a quienes hoy y en el futuro son los responsables de gestionar e interactuar con el Estado:

1. La lucha contra la corrupción debe ser sin cuartel. La titánica lucha de un grupo de fiscales va rindiendo frutos pese a la tenaz oposición de quienes se autodenominan “defensores del Estado de derecho”, cuando en realidad son fieles escuderos de ídolos de barro que han cometido crímenes parapetados en sus organizaciones políticas y empresariales. El día en que el sistema de justicia no sea una herramienta más de los políticos de turno y de los corruptos de siempre, será el inicio de una nueva era en la construcción de nuestra república.

2. Las políticas de Estado exigen liderazgo y gestión eficiente de los recursos fiscales. Los objetivos de bienestar ciudadano no se van a cumplir con simples enunciados o financiamientos de acciones aisladas sin mayor impacto social. La clave está en la exigencia en el cumplimiento de roles de los actores frente a un problema estructural, bajo el liderazgo de un gestor de Estado empoderado con las armas legales para decidir oportunamente, transparentando procesos y evidenciando resultados en beneficio de las mayorías.

3. El crecimiento económico sostenible exige reformas multisectoriales con marcado liderazgo. Sabemos que la minería es la principal fuente de ingresos para financiar lo prioritario en educación, salud, seguridad ciudadana e infraestructura básica, pero también somos conscientes de que hay que encender más motores de desarrollo para mantener una velocidad de crucero en el crecimiento de por lo menos 6 % anual del PIB. Ello exige elevar la productividad de los trabajadores (capacitación, flexibilización laboral), mejorar conectividad, mayor inversión en investigación e innovación, y una eficiente poda al enmarañado bosque regulatorio, cuya frondosidad no deja crecer a una potencial economía emergente.

4. La democracia exige el fortalecimiento de la institucionalidad. La clase política debe ir a un proceso intenso de autorreforma para volver a ser la responsable de encauzar los genuinos intereses de las mayorías. Sin partidos políticos la democracia libertaria es un disfraz, un caballo de Troya donde se refunden los “iluminados” salvadores cuyo real interés resulta siendo el saqueo de las arcas fiscales y la instauración de una autocracia para vivir de la pobreza, la desigualdad y de nuestras miserias morales.

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