Los conflictos bélicos y la guerra por sobrevivir
A ciento tres días de haberse iniciado el enfrentamiento armado entre Rusia y Ucrania, los pueblos de casi todos los continentes siguen a la expectativa de tener una respuesta para saber cuándo terminará este conflicto que ya ha generado un alto número de muertes, así como incalculables pérdidas materiales, todo lo cual ha obligado a la fuga de miles de ciudadanos ucranianos a los países vecinos.
La llamada “invasión rusa” a territorio de Ucrania fue el factor determinante para producir la reacción de las grandes potencias, agrupadas en la OTAN y en la Unión Europea, y que además de protestar y reclamar por el cese de hostilidades, tomaron la iniciativa de proveer de armamentos más sofisticados de los que cuenta Ucrania para procurarle una mejor condición militar que le permita enfrentar la agresión rusa.
Dejo a los internacionalistas que sean ellos los que, dentro de sus particulares puntos de vista no siempre coincidentes, nos expliquen las razones que motivaron a la Federación Rusa para actuar como lo vienen haciendo. Pues, considero que el elemento geopolítico fue el argumento que inspiró la decisión del presidente ruso para justificar la violenta invasión a territorio ucraniano.
Como amantes de la paz y, especialmente, en la preservación de la convivencia pacífica internacional, todos los pueblos del mundo requieren contar con las condiciones que sus Estados le brinden, a fin de poder satisfacer sus necesidades, resolver los problemas que los aquejan y, en lo individual, cada persona pueda alcanzar su propia realización.
Pero, cuando nos informamos de las decisiones o acciones que se vienen tomando por parte de los países directa o indirectamente involucrados en el conflicto, nuestra preocupación se incrementa al comprobar que, por parte de los países que apoyan la posición de Ucrania, y con la finalidad de presionar a Rusia para que cambie de actitud, se promueven los bloqueos de las comunicaciones para el traslado de los artículos de primera necesidad a los países no intervinientes en el conflicto; así como, por el lado ruso, al haber decidido el corte de provisionamiento de recursos, entre otros, energéticos, a los Estados que no apoyan su decisión.
Como vemos, los intereses económicos, estratégicos y aspiración por ser la potencia que, hegemónicamente, maneje la comunidad de naciones de todos los hemisferios, termina siendo el fundamento “escondido” del accionar de las autoridades gubernamentales de esas grandes potencias, y que nos permite deducir que los pueblos del mundo y su gente son, en consecuencia, “utilizados” para satisfacer esas aspiraciones geopolíticas.
La “crisis alimentaria mundial” que ya se anunció, como resultado de este conflicto que no tiene cuando acabar, es una prueba del daño que puede ocasionar un enfrentamiento armado que, a pesar de que se produce muy lejos de nuestro territorio, igual nos afecta.
En consecuencia, y en atención a lo previsto en los tratados internacionales, especialmente en la Carta de Naciones Unidas, es impostergable y por el contrario se debe actuar de inmediato por parte de la Secretaría General de la ONU a fin de exigir, ya no únicamente exhortar, a los Estados intervinientes en la guerra para que cesen las hostilidades; pues, el no hacerlo puede provocar el inicio de un nuevo conflicto bélico mundial.
Los cientos de miles de millones de dólares que viene costando a los países involucrados el mantener su presencia en este enfrentamiento, mejor puede ser invertido en atender las deficiencias alimentarias y de sobrevivencia de muchas pueblos del orbe. Este es un derecho humano que está sobre la aspiración de las grandes potencias.
El anteponer el interés de querer mantener o conservar el predominio del control de la sociedad internacional, en desmedro de la aspiración de los pueblos para encontrar el camino hacia su verdadero desarrollo, constituye también un delito de lesa humanidad. Las grandes potencias exigen de otros que eso no se produzca pero, por su parte, ellas no tienen interés en respetar.
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