¡Los caviares a la reja!
Alejandro Toledo fue la versión inaugural de la labor que desempeñarían los caviares, o progre-marxistas, una vez instalados en el gobierno. Presumidos, corruptos, inútiles, prepotentes, mafiosos, mendaces, cleptómanos, atravesados, sectarios, fanáticos, etc. En suma, creadores de una fantasía que se la embuten al pueblo repitiendo discursos falsarios cargados de ilusiones, engaños. Pero sobre todo, de infamias contra quienes no comulgan con su credo intolerante y extremista. Desde el 28 de julio de 2001, cuando Toledo asume la jefatura del Estado –salvo durante el régimen de Alan García II, entre 2006 y 2011–, en el Perú se estrena una perversa modalidad de gobierno signada por las apariencias, utopías y alucinaciones de unos gobernantes enfatuados por un coro de ayayeros, incapaces, venenosos, tramposos, hipócritas y aprovechadores, formado por la ralea progre-marxista o caviar. Se inicia una época de aparente democracia, en la que existe libertad, pero vigilada por un aparato policial que debería estar mirando lo que hacen los verdaderos sediciosos –terroristas, narcotraficantes, capos del crimen– y no los opositores del Gobierno. Vale decir, una democracia ficticia donde el Gobierno sólo puede coexistir con la oposición en la medida en que la discrepancia esté sometida a tutelaje por el poder palaciego. Ni más ni menos que el sistema fujimontesinista, al que tanto criticara la misma progresía marxista o caviar que se encaramó en el poder con Toledo, lo retomó con Humala, y acrecentara su supremacía con Kuczynski y Vizcarra. Para mis amigos el derroche y el descontrol, para mis enemigos la ley y la cárcel. Esto es lo que hizo Toledo. Robó decenas de millones escudado tras aquella apariencia de “cholo sano y sagrado” –tal como lo llamaba su también cleptómana esposa– rodeado de una escudería de mercenarios progresistas trajeados de demócratas que dejaban que robe millones, mientras ellos recogían el vuelto medrando del Estado convertidos en sanguijuelas que exprimen a la sociedad ejerciendo autoritariamente el poder, para lo cual esta ralea jamás ha sido elegida por el pueblo. En consecuencia tan ladrones han sido los Toledo como los caviares, que lo endiosaron y se apropiaron del Estado a base de extorsionar al gobernante. Es decir lo chantajearon bajo la amenaza de contar sus fechorías, de las cuales estaban plenamente enterados al estar infiltrados en todo rincón de nuestro aparato estatal.
Igual ocurrió con Humala. Un comandante en retiro, sin personalidad ni aptitudes para gobernar, a quien sedujeron y consintieron que robe a cambio que los dejase seguir ocupando espacios estratégicos dentro del Estado. Empezando por el sistema de Justicia que, al final del día, es el que sirve para mantener sojuzgado al poder político, económico, social, etc. Sin duda sucedió exactamente igual con Kuczynski, de quien la progresía conocía su trayectoria durante el régimen Toledo.
Estos gobernantes –saqueadores de un pueblo noble pero pobre– consiguieron robarle cientos de millones de dólares al país. Si existe Justicia, deben pagar su traición. Pero exactamente igual debe suceder con sus compinches, los progre-marxistas, quienes convivieron codo a codo con estos tres expresidentes. ¡Y ahora lo hacen con Vizcarra!