Los bebés de Miraflores
Hace más de dos años noté una escena que, en ese momento, me pareció desconcertante: personas sin signos evidentes de desnutrición —más bien con sobrepeso— con un bebé en brazos, en cochecito o simplemente sosteniendo una receta médica, se paraban a diario en las puertas de farmacias de Miraflores y otros distritos como San Isidro. Pedían ayuda para comprar leche infantil, a veces a más de S/ 300 la lata. Lo que parecía una escena de necesidad era, en realidad, una forma de acoso cotidiano, una extorsión solapada, especialmente dirigida a turistas y vecinos del distrito.
Anoche vi, boquiabierta, el reportaje de Panorama. Lo que muchos intuíamos —y otros preferían ignorar— quedó al descubierto: una mafia organizada que utiliza a niños como herramienta de mendicidad disfrazada. Es una red de explotación infantil que actúa en plena calle, a plena luz del día.
Y me pregunto: ¿cómo es posible que la Municipalidad de Miraflores, con toda la tecnología de vigilancia que promociona, no haya detectado esto? ¿Dónde está la seguridad que debe garantizar tranquilidad y libre tránsito a los ciudadanos?
Este no es un tema menor. Hablamos de una vulneración sistemática de los derechos humanos de los más pequeños, bebés usados como escudos o carnada emocional. No hay crimen más vil que explotar a un niño. Un niño debe moverse, reír, llorar, hacer travesuras. No es normal que un bebé esté siempre dormido o quieto. Cuando eso pasa todos los días en el mismo lugar, hay delito.
El Ministerio de la Mujer reaccionó con un comunicado. Pero la municipalidad brilló por su ausencia. Mutis total. Y sin embargo, debe ser precisamente la municipalidad la que trabaje de manera permanente, codo a codo con el ministerio, para detectar y erradicar estos abusos.
¿Y las ONG? ¿Y los defensores de derechos humanos que viven en Miraflores? ¿Nadie notó la misma escena repetida día tras día, con los mismos “padres” y “madres” y los mismos niños? ¿Dónde estaban los que dicen hablar por los más vulnerables?
Esto tiene nombre: trata de personas. Es explotación infantil. Es obligar a criaturas a “trabajar” en condiciones dañinas para su salud física y emocional. Hoy los vemos dormidos en cochecitos. ¿Y mañana? ¿Qué sigue?
Lo alarmante es que tuvo que ser una ciudadana —una mujer, tenía que ser— quien enfrentara a estas criminales y resultara herida. Ese primer paso debió darlo la autoridad: municipalidades, ministerios, fiscalía.
Si aspiramos a una sociedad mejor, no podemos mirar a otro lado. Tenemos que denunciar y actuar. Mi reconocimiento a esa ciudadana valiente y al programa Panorama. Ojalá más medios prioricen denuncias que sí impactan en la vida real. Porque un país que no protege a sus niños, no tiene futuro.
Nota: Mención aparte a la fiscalía, que sigue desconectada de la realidad, liberando a las delincuentes de este crimen. Ya están nuevamente en las calles.
Mira más contenidos siguiéndonos en Facebook, X, Instagram, TikTok y únete a nuestro grupo de Telegram para recibir las noticias del momento.