Lo que se viene en 2026
La política peruana atraviesa uno de sus momentos más críticos. A este paso, y con las mismas figuras de siempre liderando los partidos más votados y dominando el poder, la situación podría empeorar aún más hasta límites inimaginables. No nos sorprendería que todo se agrave conforme se acerquen las elecciones previstas para abril de 2026.
Hoy, los partidos de César Acuña y José Luna Gálvez encabezan el lumpen de nuestra política. Están empeñados en ejercer el poder desde las sombras, apoyando a cualquier figura que llegue a la presidencia de la República. Su desesperación por mantenerse en el poder radica en continuar defendiendo un negocio que afecta gravemente la formación de nuestra niñez, adolescencia y madurez. Ambos son propietarios de grandes universidades que imparten una educación superior de calidad cuestionable, amparándose en la oferta de tarifas bajas que, en realidad, se traducen en la contratación de docentes de ínfima calidad. A pesar de ello, estos negocios generan enormes ganancias que Luna y Acuña reinvierten en otro lucrativo “negocio”: el tráfico de influencias, donde participan directa o indirectamente. Tal como lo hacen ahora, sosteniendo al régimen de Boluarte a cambio de mantener su influencia en las decisiones del Ejecutivo.
Por otro lado, Keiko Fujimori se ha convertido en un misterio envuelto en un enigma, desorientada por la audaz decisión de su padre de regresar a la política, aunque no se sabe si de manera activa o pasiva. Mientras tanto, una izquierda cada vez más extremista, totalitaria y peligrosa, liderada por Perú Libre, sigue creciendo, acompañada por la usual turba de caviares y desorientados.
En este oscuro panorama se llevarán a cabo las elecciones de 2026, bajo la “dirección” del comunista Jorge Luis Salas Arenas, a quien considero responsable de la elección fraudulenta que llevó al esperpéntico Pedro Castillo a la presidencia. Salas Arenas ha convalidado la inscripción del partido de Antauro Humala, pisoteando la ley electoral y demostrando que “gallina que come huevo, aunque le quemen el pico”. Además, es probable que permita la participación de unos sesenta “partidos políticos” en esos comicios, representados por figuras de nuestro bajo mundo político.
Esto, como mencioné al inicio, agravará aún más la ya insostenible situación nacional, llevándola a extremos de caos impredecibles. Y no se engañe, amable lector, si usted pensaba que el actual Congreso de la República era el peor, prepárese para el siguiente, que podría competir con el Parque de las Leyendas. Solo que en este caso, sus inquilinos pastarán libres, fuera de los recintos que limitan su actividad zoológica, arrasando a quienes se atrevan a criticarlos. Como suele suceder en tierra de ciegos, en ese eventual Congreso reinarán los “parlamentarios” más ignorantes y extremistas que hayamos imaginado.
¡Prepáremonos entonces para la guerra, si queremos la paz!
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