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Lo hicieron, otra vez

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Fecha Publicación: 10/12/2023 - 22:50
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La mafia caviar logró, nuevamente, liquidar a una fiscal de la Nación que no controlaba y recuperó, ilegalmente, el dominio de esa poderosa institución, que ahora usará, como lo hizo antes, para perseguir a sus adversarios y proteger a sus aliados.

La suspensión de Patricia Benavides es ilegal, como ha denunciado la propia afectada y su abogado. Pero eso carece de importancia para los caviares, que cuando tienen el poder, pisotean la legalidad y justifican cualquier tropelía con tal de conseguir sus protervos objetivos. Así, por ejemplo, clausuraron inconstitucionalmente el Congreso, coaligados con Martín Vizcarra, el 2019.

Esta vez fue la pandilla caviar, enquistada en la Junta Nacional de Justicia (JNJ) –que es a su vez un ilegítimo producto del asalto de la coalición vizcarrista al sistema de justicia-, la que guillotinó sin escrúpulos a Benavides.
Siguiendo el mismo esquema que utilizaron para defenestrar al fiscal Pedro Chávarry, y usando al mismo esbirro policial que fraguó esa maniobra, esta vez inventaron una supuesta organización criminal que encabezaría Benavides para, con una escandalosa campaña mediática de por medio, preparar el ambiente y liquidar a la fiscal de la Nación.

La JNJ, que lloriqueaba reclamando más tiempo y un debido proceso cuando el Congreso la investigaba, no respetó las normas más elementales y sancionó en una semana a Benavides.

En realidad, fue en un día, porque anunció que abría una investigación el 28 de noviembre y el 29, la ponente del caso, Imelda Tumialán, ya tenía redactada la resolución que finalmente se aprobó, como denunció Jorge del Castillo.

Es decir, sin conocer las supuestas evidencias que involucraban a Benavides, sin escuchar a la acusada, sin nada que la incriminara, la fiscal ya estaba sentenciada.

La investigación a Benavides también fue ilegal, porque solo un fiscal supremo podía conducirla y no una fiscal superior provisional, como Marita Barreto.

ero nada de eso importa. Cuando pueden, los caviares arrasan con la legalidad, sin contemplaciones, para lograr sus fines.

Sus adversarios, que en realidad son sus víctimas, sin embargo, son muchas veces tímidos y cuidadosos, se preocupan del qué dirán, y dudan y vacilan antes de tomar ciertas decisiones, para evitar las campañas difamatorias de los medios caviares que de todas maneras, hagan lo que hagan, se van a producir.

En este caso, los caviares lograron movilizar a compañeros de ruta que, más temprano que tarde, serán también sus víctimas. El gobierno, en particular Alberto Otárola, participó muy activamente. Y la horda castillista, que sufrió las consecuencias de las investigaciones que encabezó Benavides, se sumó entusiasta a su linchamiento.
Ahora quedan algunas opciones que el Congreso podría adoptar. Es difícil, pero no imposible.

¿Se aprenderá la lección esta vez?

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