¿Lluvia de millones o shock de gestión?
Los grandes cheques de aligerado cartón con cifras millonarias entregados a gobernadores o alcaldes en ceremonias rimbombantes, siempre buscaron proyectar un gesto del gobierno central ante la población de ser generosos y oportunos distribuidores de recursos públicos para satisfacer la necesidad popular de contar con modernos colegios, hospitales, carreteras o servicios de agua potable y alcantarillado.
La gran pregunta que uno se hace es, ¿realmente esos portentosos cheques sirvieron para mejorar las condiciones de educación, salud, conectividad y saneamiento de la población “favorecida” con las millonarias transferencias del gobierno central a sus autoridades regionales y locales?
No solo en el estado situacional de las obras de reconstrucción en el norte podemos encontrar respuesta a esta interrogante, sino cuando uno visita cada provincia. La obra pública paralizada puede constituir el mejor “homenaje” a aquellas autoridades que no solo convirtieron los sueños de mejores servicios púbicos en eternas pesadillas citadinas, sino que desnuda la inmoralidad y voracidad corrupta de la gestión pública en desmedro de la calidad de vida de la población.
El “roba pero hace obra” espero haya quedado sepultado junto a esos sueños por tener un buen colegio u hospital de la población que creyó en que “su autoridad” le iba a cumplir “su palabra” de mejorar la prestación de servicios básicos. El ver ahora a esa “autoridad” figurar en el rincón de los más buscados o siendo acusado de corrupto en el sistema de justicia, confío constituya un estímulo al ciudadano para elegir mejor.
Una de las lecciones que todos debemos aprender y, especialmente, a quienes gestionan el Estado, es no solo preocuparse por el avance del gasto público. El gastar por gastar resulta al final una dilapidación de recursos que no garantiza que la obra pública cumpla su rol de mejorar el bienestar ciudadano.
En el Perú no solo debemos de hablar o cuantificar las brechas de infraestructura, lo más urgente es sincerar la brecha de gestión de la administración pública. Cuando los titulares de los ministerios, gobiernos regionales o locales exhiban con ejemplos concretos cómo esos millones de soles distribuidos y ejecutados han mejorado radicalmente las condiciones de estudio de los escolares, la atención de los enfermos en centros de salud y hospitales, las vías de acceso a los centros poblados y las familias tomen sin temor agua potable en sus casas, es cuando recién pueden decir tarea cumplida.
De lo contrario, por más “lluvia de millones” que los voceros del Estado anuncien sin exhibir que las condiciones de los servicios elementales para la población hayan mejorado, continuaremos por la senda del despilfarro e incubando la ira ciudadana, que cualquier populista rentabilizará a sus anchas.