Lima en Punta Negra

Llegué a Lima en diciembre de 1998. Vivo en esta ciudad hace veintiséis años. Inevitable no amarla. Yo, el otrora desarraigado, encontré aquí un lugar para echar raíces. Aquí reposan los cadáveres de mis padres. Cuando creí que las había perdido, entendí que están aquí: mis muertos son mis raíces. Ahora que Lima cumple 490 años, me detengo en Punta Negra para confirmarle mi respeto, mi gratitud por haberme permitido vivir en nueve de sus distritos, por darme la oportunidad de caminar y tener amigos en sus cuarentaitrés distritos. En 2012 publiqué “Lima, la épica del desastre” como una ofrenda a su complejidad, a esa geografía que marcó mi educación sentimental y, por eso, desde el 2013, le entrego un festival de poesía. Aquí me tienes, Lima, ciudad noble y mestiza: en este mar al que hemos llegado a tributarte nuestras voces: Omar Aramayo, Florentino Díaz, Fiorella Terrazas, Pablo Salazar Calderón, Alicia Solari, José María Salazar, Enrique Sánchez Hernani, Fabiola del Mar; convocados por Guillermo Saravia y Cayre Alfaro Fonseca, con la emoción en las manos perturbados por El Chanque, por ese apu que no deja de observarnos cuando nos abraza con su hechizo. Qué son 490 años para la inmensidad de tu mar, qué es esta hora para ti, única capital de América Latina que danzas en el litoral como un gigante que nos protege y nos vigila. Aquí reposan mis padres y los padres de los padres de aquellas palabras que hablan por nuestras bocas, que caminan con nuestras manos para no cejar en su voluntad de trascenderte, de apuntar a ti con la brújula del asombro, de la poesía que se levanta convocada por tus brujos mayores, por Adán, por Eielson, por Calvo, por Varela, por Moro, por Verástegui, por Westphalen, por Sologuren, por Hernández; por sus preciosos fantasmas, por sus pasos múltiples, por los cuadernos donde te quedaste para que te reinventemos cada vez que nos sitie el resplandor de tu costa verde, de tu vía expresa, de tus cerros que cantan con el fuego de todas nuestras sangres. Feliz aniversario, Lima. Felices 490 años de plenitud, de transformación y resistencia.

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