Libertad de Venezuela y se cae caso ‘Cócteles’

Ha causado desánimo, desazón y hasta indignación que el presidente constitucional de Venezuela, Edmundo González Urrutia, no haya podido siquiera pisar su país y, menos aún, jurar como mandatario el pasado 10 de enero. Es entendible la reacción de los venezolanos que quieren ver libre a su nación, pues González Urrutia emprendió una esperanzadora gira, consiguiendo el respaldo de potencias como Estados Unidos, donde aseguró que asumiría la Presidencia.
Lo que ocurrió, sin embargo, fue que el dictador Nicolás Maduro juró ilegalmente a un tercer mandato, consolidando el fraude electoral perpetrado en las elecciones de julio del año pasado, las cuales, torpemente, fueron avaladas por la Administración de Joe Biden.
Más allá de las nobles intenciones del diplomático González Urrutia, quien, a sus 75 años, evidencia problemas para caminar, o de María Corina Machado, que fue secuestrada y luego liberada por la tiranía de Maduro, la salida al dramático problema está en los propios venezolanos.
Me explico: son sueños de opio que algún país —o un grupo mercenario— pueda incursionar militarmente en el país caribeño y acabar de un balazo con la vida del sátrapa exchofer de bus, que todavía cuenta con el amplio respaldo de las Fuerzas Armadas. Entonces, la oposición tendría que insistir en ofrecer amnistías a los militares que se rebelen ante la autocracia hambreadora, porque aquí se mueven billetes sucios del narcotráfico y de otras economías ilegales. Además, las movilizaciones callejeras no pueden cejar y, si bien va a haber inevitablemente caídos, ninguna dictadura cae sin sangre, sudor y lágrimas.
En simple, son los propios venezolanos los que tienen que derrocar al orate que habita el Palacio de Miraflores y que, tras el fracaso de González Urrutia y Machado, se ha visto lamentablemente fortalecido. O hacen que Nicolás Maduro se escape de Venezuela o lo sacan en un cajón; no hay otra forma de acabar con su tiranía. De nada sirven tampoco los comunicados de rechazo a Maduro de las entidades supranacionales o de los países demócratas.
Minutos antes de terminar de escribir esta columna, me vengo a enterar de que el Poder Judicial anuló el juicio oral en contra de Keiko Fujimori y otros imputados por el caso ‘Cócteles’. Era de esperarse, pues el desequilibrado fiscal José Domingo Pérez presentó un mamarracho de denuncia (que tuvo que subsanar hasta 19 veces gracias a la ayuda del juez Víctor Zúñiga Urday) para evitar que Fujimori gane en las elecciones del 2021 y, además, los aportes irregulares de campaña, en los años 2011 y 2016, no configuraban delito y menos lavado de activos.
Me pregunto: ¿quién le devuelve a Keiko Fujimori los 18 meses que estuvo injustamente en prisión preventiva?

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