Legado del criollismo
Por Willy Terry Sáenz
Es el concepto referido a aquel testamento musical material o inmaterial que los patriarcas del criollismo van dejando a través de los años y generaciones. Algunos de rotunda delegación y otros casi anónimos; pero legados al fin. En ese sentido, los que venimos después, nos encontramos con todo un contenido valioso en información, estilos y propuestas que finamente contribuyen a perfilar nuestros aportes musicales. En esta ocasión quisiera mencionar como ejemplo el legado que don Óscar Guillermo Avilés Arcos dejó, y que hizo para que su huella siga guiando caminos.
Primero que todo, y más allá de su extensa y exitosa trayectoria, su vigencia indiscutible ya en su mayoría de edad, siendo protagonista en todos los ámbitos y de la mejor forma. En segundo lugar, puntualizar que su heredad artística no solo trasunta a las nuevas generaciones de guitarristas y estudiosos de nuestra historia musical, sino que, de manera directa y consanguínea, a una heredera que le saca lustre a este privilegio de apellido, escuela y enseñanza. Lucy del Carmen Avilés Valverde, consagrada intérprete y principal figura de nuestro cantar criollo, de quien debo decir que reúne los mejores atributos que no solo redundan en un escenario sino en su vida cotidiana. Quizá sea repetitivo decir que un artista no solo se debe a su talento sino también a su actuar personal, pero hay que recordarlo siempre, y aquí Lucy representa con su calidad de persona, honestidad, integridad y altruismo, un verdadero ejemplo a seguir.
Sin lugar a dudas y luego de más de 20 años de labor ininterrumpida al lado de ella, reafirmo y resalto estas cualidades que en todo momento se ponen de manifiesto. Una intérprete que trasmite y conmueve en el escenario logra de la misma forma ser apreciada y admirada por sus emprendimientos, fuera de él. Es así nueva generación, como los legados deben ser aprovechados de la mejor manera. Consideremos a los referentes, a los que vinieron primero, a los que trazaron el camino; a esos personajes que por edad o por alguna condición especial sufren el desprecio o la indiferencia de muchos; que la soberbia o el aplauso mediático no nos haga creer que somos los inventores del vals o que por memorizar setecientas cincuenta marineras somos especialistas o gurús del género. Asumir un legado es aceptar el proceso de aprendizaje. Todo tiene su tiempo.
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