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“Lava Jato” continúa

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Fecha Publicación: 23/08/2019 - 22:10
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Los corruptos locales, cierta prensa y la justicia nacional nos hacen creer que “Lava Jato” quedó cerrado con el acuerdo firmado con Odebrecht y los testimonios de sus ejecutivos, pero la verdad es que el asunto sigue y podría comenzar un nuevo capítulo. El miércoles la Policía Federal de Brasil detuvo a Mauricio Ferro, cuñado del psicópata corporativo Marcelito O., en su casa de Sao Paulo y encontró cuatro claves (flash drives o USB’s) usados para acceder a los archivos secretos del sistema usado para mantener ordenada la “contabilidad” del Departamento de Operaciones Estructuradas, la Caja 2, la de las coimas. Ferro, exdirector jurídico y hombre fuerte del grupo, es uno de los dos altos ejecutivos que no se acogió a la ‘delación premiada’ y por tanto no tenía escudo si acaso era condenado a prisión. El mismo miércoles fue arrestado en la fase 63, sí 63, del inmenso operativo anti corrupción “Lava Jato” iniciado en 2014.

En estos cinco años el lodo cloacal ha salpicado a políticos, autoridades y empresarios de todos los países en los que operó Odebrecht. Mientras en Brasil las investigaciones no paran, en el Perú la Fiscalía no impulsa pesquisas importantes, no toma en cuenta las conclusiones del Informe Pari (Lava Jato 1), ni los del Informa Bartra (Lava Jato 2) y los jueces liberaron de la prisión preventiva a los representantes de las consorciadas locales, que sobrevaloraron groseramente obras públicas, en varios miles de millones de dólares, y sobre quienes hay pruebas de sobra para procesarlos.

Esa impune mafia limeña de cuello blanco frecuenta todo ágape, realizan viajes exóticos, abanican descaradamente el producto de sus hurtos ante terceros y sus empresas contratan con el Estado al que saqueó. Una cofradía periodística ataca arteramente a quienes cuestionan a tan vergonzantes empresarios, al acuerdo lesivo o a los fiscales que parecen mayordomos de Odebrecht y sus consorciados. La narrativa mediática es que Odebrecht es una empresa “reformada”, algo así como un drogadicto rehabilitado ahora “limpio”, como si la enfermedad de la adicción no tuviera recaídas, como las tienen las estructuras corruptas. En menos de dos meses Odebrecht recayó, o ¿quizá jamás se rehabilitó? Primero supimos gracias a jóvenes periodistas ecuatorianos que ocultó coimas en más de veinte proyectos en Perú, como el gasoducto del sur; y ahora sale a luz que Farro ocultaba las claves y que borró tres carpetas de archivos. El está detenido, pero por acá parece que debemos agradecer a los rateros. ¡Un asco!