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Las verdaderas intenciones de Vizcarra

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Fecha Publicación: 04/06/2019 - 22:20
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La amenaza formal de disolver el Congreso de la República está en marcha. Atrás han quedado los amagos y fintas del presidente de la Republica contra el Parlamento. Hoy tenemos fecha de cierre. Según el aún presidente del Congreso, sería este 4 de junio.

El primer ministro Salvador del Solar entregó un oficio al Poder Legislativo exigiendo (sí, exigiendo, no solicitándolo) la revisión (léase aprobación) de los cinco proyectos de reforma política que remitió el Ejecutivo, que fueran creados por una politizada “comisión de notables”. El premier lo condiciona, además, a que la sanción de la correspondiente ley se rija exactamente por las ideas que propone el oficialismo. “Sin desnaturalizarlas”, del Solar dixit. Y un arremetedor Salvador del Solar concluye así su oficio,  “De no haber terminado de aprobarlos en el plazo señalado, el Ejecutivo declarará ‘rehusada’ la (cuestión de) confianza, con lo que se podría proceder, bajo la visión del ministro de Justicia Vicente Zeballos, con la disolución del Congreso”. Como recordará, amable lector, la iniciativa del oficialismo se refiere a cinco temas: 1) Cambios en la inmunidad parlamentaria; 2) Los condenados no podrán ser candidatos; 3) Cualquier ciudadano participará en la selección de candidatos de las organizaciones políticas a través de elecciones primarias; 4) Eliminar el voto preferencial y garantizar la participación política de las mujeres con paridad y alternancia; y 5) Prohibir el uso de dinero sucio en las campañas electorales. A esto se suma la propuesta anterior del Ejecutivo, aprobada vía referéndum, que proscribe la reelección de los actuales legisladores. Hablamos pues de un segundo ataque contra los congresistas vigentes. Esta vez, pretendiendo suprimirles al caballazo la inmunidad.

La cosa es clara. El Ejecutivo intenta imponerse sobre el Legislativo, demandando que éste apruebe –sin modificarlas– todas las leyes que proponga Palacio de Gobierno. Vale decir, la instauración de una dictadura disfrazada de democracia. Porque sin la menor duda lo que quiere implantar el régimen Vizcarra –teledirigido por una banda de progres-marxistas– es que el un poder del Estado –el Legislativo– se convierta en mesa de partes de Palacio de Gobierno. ¡No, pues! A otro tonto con ese cuento, señor Vizcarra. Sea usted sincero, y déjese de seguir engañando al país. Usted pretende obligar a que nuestros parlamentarios actúen como lacayos suyos. Y si se niegan a hacerlo –amparados en la Constitución que usted pisotea sin el menor escrúpulo–, pues dispondrá la disolución del Congreso. ¿Qué distancia hay entre el presidente Vizcarra y Alberto Fujimori? Ninguna.

Lamentablemente el todavía presidente del Congreso actúa como portavoz de Palacio de Gobierno, atizando la acometida del Ejecutivo. Un oprobio para el Poder Legislativo, también llamado primer poder del Estado. ¡Qué distinta sería la cosa si en su lugar hoy estuviera un legislador demócrata a cabalidad y decidido a defender los fueros de su institución, como haría un político de la talla de Víctor Andrés García Belaunde! Con toda seguridad el Perú no caería en el fango de inconstitucionalidad y quiebra del Estado de Derecho que procura institucionalizar un presidente sin pergaminos como Vizcarra.