LAS: Ni derrotados ni vencedores
Todos tenemos buenas intenciones, el problema radica cuando atentan contra la memoria y el bienestar colectivo. Más aún si lo que recibió el ímpetu de aquellas es un espacio recuperado para la cultura. Hace unos días, el alcalde metropolitano aprobó, con su concejo de regidores, una ordenanza que le cambiaba el nombre al “Parque de la Cultura Luis Alberto Sánchez” por el del exburgomaestre “Luis Castañeda Lossio”.
El hecho, que partió del afecto y la gratitud de Rafael López Aliaga con el fundador de su partido, resultó un despropósito que, a todas luces, atentó contra la memoria de uno de los más ilustres intelectuales del siglo XX. Comparar a Luis Alberto Sánchez con Luis Castañeda Lossio resulta por cierto innecesario.
La dimensión del autor de “Don Manuel. Biografía de Manuel González Prada, precursor de la Revolución peruana”, “El Perú: retrato de un país adolescente” y “Aladino, o vida y obra de José Santos Chocano”, por citar solo tres de entre sus más de noventa obras, exdiputado, exsenador, exconstituyente, expresidente del Senado, expresidente del Consejo de Ministro, exvicepresidente de la República, exministro de la presidencia y tres veces rector de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, es incomparable.
Por eso, cuando recibí la llamada del exdecano de la facultad de humanidades de la Universidad Nacional Federico Villarreal, el historiador y exdirector del otrora Instituto Nacional de Cultura, Germán Peralta Rivera, indignado sobre lo perpetrado contra el Parque de la Cultura, conminándome a reunir esfuerzos para que la autoridad edil recapacite sobre su error, le dije que contaba conmigo. Lo mismo al expresidente del Consejo de Ministros, Jorge del Castillo, quien con un numeroso grupo de apristas y no apristas firmaron una carta pública solicitándole al alcalde que deje sin efecto la ordenanza.
El hecho, que fue un acto político, nos deja una lección. Vano es arrogarse un aura triunfalista. Tenemos un alcalde cuya filiación afectiva lo indujo a error, pero tuvo la prudencia de corregir. Saludemos eso. La política finalmente es diálogo, controversia, una lid de ideas. Señalo esto porque en el ínterin hubo un debate en el que se puso de manifiesto una minoría que no es capaz de reconocer la dimensión de un intelectual cuyo legado es acaso la obra personal más grande de nuestra historia.
El animador del Conversatorio Universitario de San Marcos es mucho más que su paso por la gestión pública o su militancia aprista. Yo saludo que en un momento cuando creíamos que la cultura estaba fuera de la agenda de los políticos, el “viejo Sánchez” nos haya tocado para proteger su importancia, el nervio que aún palpita y la sostiene como el más preciado de nuestros bienes. Por eso, cuando se impone, no hay derrotados ni vencedores.
