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Las Naciones Unidas y el día del amigo

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Fecha Publicación: 09/08/2024 - 21:30
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Hace muy pocos días en todo el mundo se ha celebrado el “Día Internacional del Amigo”, y no quisiera dejarlo pasar considerando que la amistad es fundamental en la interacción humana. La efeméride fue proclamada por la Organización de las Naciones Unidas, en 2011, es decir, hace tan solo 13 años, y fue una propuesta formulada en el marco de la Cruzada Mundial de la Amistad. Veamos. La amistad es una relación afectiva única, intensa y especial y en permanente construcción –nunca se agota– entre dos o más personas pues nadie puede ser amigo de sí mismo, ni siquiera mirándose al espejo. Cuanto más estrecha la amistad entonces es más recíproca, y ésta última no es la consecuencia del interés en esperar algo a cambio, sino el acrecentamiento del afecto que va ingresando en las entrañas del alma humana, que es distinto. Es verdad que hay amistad de grupo y eso es bueno, pero la más profunda es la amistad entre dos personas, porque los sentimientos se entrelazan con frenesí, dando paso a la intimidad afectiva, mutuamente querida y esperada que se muestra a cada momento en actos o gestos por amor y no por cumplimiento. La amistad de dos es el mejor camino para llegar a la amistad profunda, aquella que ha sido dada por Dios, como lo recuerda el papa Francisco para quien “La amistad es un regalo de la vida y un don de Dios”. La amistad de grupo también es importante, pero por su natural dispersión, se vuelve formal y llena de gratos cumplidos y de intensidades distintas entre sus miembros, y los amigos en verdad terminan siendo verdaderos grandes compañeros o grandes conocidos, que es distinto. Hay amigos especiales o favoritos –es hacia ellos a donde van las lealtades, todas juntándose en el canasto de los afectos, que nunca se llena– y eso no debería apenar ni sorprender a nadie. Jesús amó a todos sus apóstoles, pero prefirió a Pedro y a Juan, y por eso, cuando éstos le fallaron su dolor se volvió inconmensurable, aunque como Jesús era Dios, los perdonó. No existe la amistad perpetua, pero es legítimo el camino persiguiéndola y por eso debe ser a cada momento afirmada con palabras y con gestos -no hay amistad tácita-, porque ambas serán parte de la cosecha en el camino de la vida. Cuando yace bien construida, los amigos no necesitan verse o llamarse a cada rato. Es verdad, entonces, que la amistad puede acabar por el desencanto o la traición. Nada más bajo que la condición humana del arribismo y de la negación de los amigos. El primero es peligrosísimo porque se utiliza al amigo que jamás lo fue, y el segundo, es cobarde porque desnuda la naturaleza despreciable de la persona humana, casi siempre incapaz de mirarse en el espejo que lo aguarda para reprocharlo. Nadie debe ser amigo por cumplido, es mejor no serlo. El amigo dice muchas veces lo que molesta o incomoda, pero lo dice por la felicidad y el éxito del otro. Nada que se diga de verdad puede merecer el resentimiento. Jamás se valora al amigo por lo que los demás digan de él sino por lo que nuestra experiencia y nuestro corazón nos manda. No son amigos los que se sienten rivales pues los amigos no compiten uno al otro; al contrario, se ayudan mutua y desinteresadamente. Los amigos pueden terminar como enemigos, muchas veces dejados ganar por la política, la religión, la cultura, la ambición por el dinero o los bienes. El amigo que atropella al otro tampoco es amigo y nadie debe conseguir la prosperidad mermando al otro. Finalmente, los amigos cuando riñen o discuten o hasta se dejan de hablar, deben recurrir a la oración, que es el mejor camino para el perdón y la reconciliación.

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