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Las funciones en el exterior de los diplomáticos de carrera

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Fecha Publicación: 30/11/2024 - 20:40
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Los diplomáticos de carrera, son los funcionarios públicos del Perú que, formándose en la Academia Diplomática (ADP) de nuestro país durante 2 años consecutivos, luego de aprobar una tesis y obtener, en consecuencia, el grado de magíster en Relaciones Internacionales, son incorporados al denominado Servicio Exterior del Perú. Inician su carrera en la categoría de tercer secretario y al cabo de una importante cantidad de años de servicio al país, lo que significa que deben pasar por el rigor del ascenso (segundo secretario, primer secretario, consejero, ministro consejero, ministro), alcanzan la categoría de embajador, que es la máxima a la que pueden aspirar a lo largo de su vida profesional. Su quehacer se desarrolla entre el Perú y el extranjero, cumpliendo 3 años de servicio en Lima (cancillería) o en cualquier dependencia del ministerio de Relaciones Exteriores en la capital o en las diversas oficinas desconcentradas que cuenta Torre Tagle en el país, y 5 años en el exterior, pudiendo ser en una embajada, consulado o ante una representación permanente en el mundo. Salir al exterior es absolutamente normal y consustancial a su trabajo profesional, por lo que no debería asombrar a nadie que el hijo de la presidenta del Perú, lo haga. Su reciente designación ante la Representación Permanente peruana ante las Naciones Unidas, es absolutamente legal, es decir, de conformidad a la Ley del Servicio Diplomático de la República. Llama la atención porque se trata del hijo de la mandataria, pero debemos ser objetivos para opinar. Es verdad que a una misión tan importante como la representación ante la ONU –ONUPER–, deben ser designados los funcionarios diplomáticos más destacados, en cualquiera de las categorías que he referido, por lo que las idoneidades o capacidad del tercer secretario, David Gómez Boluarte, son entera responsabilidad de sus jefes y de la comisión de destaques al exterior, que no conozco, debiendo cuidarse, eso sí, que no haya ninguna externalidad de preferencias porque se trate del hijo de la jefa del Estado, y con ello el lado ético por el alto cargo de su madre, como también con los destaques de cualquier otro funcionario, cuidando que sus dignidades sean preservadas de acuerdo con sus categorías y trayectoria pues el maltrato resultará imperdonable. Cuando fui canciller y me cupo dictar una conferencia en la ADP con ocasión de celebrarse los 70 años de la histórica Declaración de Santiago de 1952, conocí a David Boluarte, en ese momento alumno de la Academia, que luego egresaría en diciembre de ese año, cuando el suscrito ya había dejado de ser ministro por mi renuncia irrevocable al cargo. No deberían involucrar al joven diplomático peruano con la actividad de su madre en el cargo de presidenta. Su vida profesional no tiene nada que ver con la vida política de su madre. Verlo así es lo más profesional como debemos opinar, pues otros cancilleres de los tiempos del expresidente Castillo o de la mandataria Boluarte, ante las consultas de la prensa por esta noticia, han referido la postura del avestruz. Increíble.

(*) Excanciller del Perú e Internacionalista

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