Las energías renovables pasaron al olvido gubernamental
No es ninguna sorpresa que en esta gestión gubernamental pasen a un segundo plano temas trascendentes, no solo para el ámbito nacional sino también internacional, como el de las energías renovables (ER).
Antes que en el discurso, las ER han desaparecido en la acción. Empezó en marzo pasado con la postergación de la utilización del biodiésel (B100), en mezcla con el diésel, que es un mandato legal, que obligaba su uso desde el año 2009, el argumento fue el desabastecimiento de Petroperú. Lo que se pensaba que era una medida excepcional y transitoria se ha prorrogado en dos oportunidades, no habiendo obligación alguna hasta inicios de septiembre próximo, lo que no tiene asidero alguno porque el suministro está garantizado.
El B100, que tiene en su composición aceite de palma proveniente de cultivos nacionales, tiene efecto en la absorción de gases de efecto invernadero (GEI) donde el Estado tiene compromisos autoimpuestos al ratificar el Acuerdo de París del año 2015 en la COP 21. Todo el discurso del ambientalismo nacional ha sido silenciado.
La segunda señal contra las ER es el discurso de la masificación del gas natural (GN). Los ambientalistas locales han olvidado que el GN es un “recurso no renovable”, más aún, en nuestro país en vía inexorable de extinción, dada la inexistencia de obligación exploratoria de la operadora de los lotes 88 y 56, a la argentina Pluspetrol y del lote 57, operado por la española Repsol.
Finalmente, el discurso presidencial del pasado 28 de julio, no solo ha reiterado la vocación sobre el GN, sino ha hecho referencia a la electromovilidad, como alternativas a paliar el alto precio internacional de los combustibles. Olvidaron los redactores del mensaje que los países que promueven vehículos eléctricos direccionan a que la electricidad utilizada para la recarga de baterías tengan como origen la generación con energías renovables, tema que en nuestro país hay una parálisis en modificar su legislación para incentivar su inversión.
No sorprende la escasísima visión gubernamental del tema energético y ambiental, pero sí el silencio de los activistas de la ER, que parecen haber centrado todos sus esfuerzos en solicitar incentivos tributarios a los vehículos eléctricos.
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