Las cosas como son
Cuando teníamos todas las respuestas, nos cambiaron las preguntas. Sucedió cuando PPK fue electo presidente y Fuerza Popular obtuvo la mayoría absoluta del Congreso. El centroderecha fue elegido para gobernar por más del 70% de los peruanos. Estaba claro que nos encaminábamos a recomponer el desastre generado por el humalismo, culpable de paralizar dos décadas de ininterrumpido crecimiento económico y enorme reducción de la pobreza. Porque así es la izquierda. Especializada en quebrar naciones. Como era claro, quien cargaría con el antipático trance de recomponerlo todo sería sólo el centroderecha. Pero esta vez no fue así. Antes de la segunda vuelta Kuczynski pactaba con Ollanta. Y tras triunfar en el repechaje -por ajustadísima diferencia- se entregaría a los progre-marxistas como Costa Santolalla, de Belaunde, Lombardi, etc., permitiéndole triunfar a una izquierda que sólo había obtenido 17% del voto ciudadano. Una traición de Kuczynski que el país, y este escriba, jamás perdonará.
Dicho esto, resumiremos un sesudo análisis político elaborado por el almirante (r) Jorge Montoya, ex jefe del Comando Conjunto. Su teoría empieza así: “Hay que seguir la ruta del dinero para darse cuenta que el Congreso y la oposición política fueron usados como una distracción para que los verdaderos corruptos logren la impunidad”. Montoya se pregunta: ¿Quiénes se beneficiaron con esta megacorrupción organizada? Y responde: Odebrecht $11,000 millones; OAS $2,500 millones; G&M $2,200 millones; Toledo $42 millones, Humala $17 millones; Villarán $12 millones; PPK (según la investigación criminal suiza) $12 millones en acciones; Villanueva $.1.1 millones: Vizcarra $.2.7 millones (contrato CyM/Conirsa pendiente de resolver); Nadine $.3.5 millones, etc. ¿Qué políticos están implicados? Alejandro Toledo, García, Humala, PPK/Vizcarra (Ejecutivo): Villanueva y Vizcarra (Regional); Castañeda y Villarán (Municipal) La situación actual es que se encuentran libres Marcelo Odebrecht, Jorge Barata y José Graña, los principales empresarios beneficiados.
Para procurarles impunidad a estos personajes se utilizaron a los medios de comunicación -El Comercio, familiarmente unido a Graña y Montero- eludiendo en sus noticias a los citados capos. Paralelamente, para desviar la atención desatarían una destructiva campaña contra el Legislativo y los partidos de oposición. Posteriormente, el régimen Vizcarra coparía todas las instituciones. Primero el Poder Judicial; para ello manipuló escuchas ilegales hechas por el equipo de interceptación telefónica policial, que se propagaron como excusa para promover una reforma dirigida a capturar aquel Poder. Siguió la Fiscalía con la destrucción de la imagen del fiscal Chavarry, colocando en su lugar a Zoraida Ávalos. Esas acciones fueron realizadas en conjunto con una ONG –IDL- a la cual la fiscalía entregó información confidencial que aparecía direccionada en la prensa adicta al gobierno. El siguiente paso fue mantener al Tribunal Constitucional. Para ello debía quitársele al Parlamento su atribución de elegir a los tribunos. Se logró con la clausura inconstitucional de este poder del Estado. Ahora el Ejecutivo tiene las herramientas suficientes para modificar la Constitución; con Keiko Fujimori presa ilegalmente, Alan Garcia muerto y todas las instituciones públicas manejadas por el oficialismo. “El triunfo del demonio es hacernos creer que no existe”, concluye el almirante Montoya. Brillante, como siempre.