Las cortesanas de Odebrecht callan
La supuesta red de prostitución del Congreso es nada comparada a la resucitada Huatica, rebosante de periodistas, abogados, fiscales, jueces, congresistas, empresarios, exministros pepekausas, opinantes y medios corporativos que han entrado en un silencio comatoso apenas el acuerdo con Odebrecht vio la luz y se confirmó que el Estado peruano fue el gran perjudicado. Estos fueron meretrices de Odebrecht y de Graña y Montero, y por ende, cómplices del mayor hurto de la historia empresarial peruana.
Callan que el nombre de la injustamente encarcelada Keiko Fujimori no figura en ninguna parte del acuerdo. Y queda para la posteridad que el presidente Alan García Pérez, empujado a la muerte por la pulpesca organización criminal de la construcción, no es mencionado en el mamotreto de mil páginas. El Perú perdió al mayor estadista que ha visto este siglo, y por esa tragedia brindó el operador político y sumo sacerdote de la secta caviar, Gustavo Gorriti, seguidor de la religión de la mentira, mientras sus monaguillos esconden la cabeza en su propia inmundicia.
Los Rolex del wayki Oscorima, prestados o regalados a Boluarte, son un vestidito de Barbie ante los miles de millones perdidos gracias a un acuerdo que le permite a Odebrecht aceptar delitos en solo cuatro proyectos, de los trece a los que se había comprometido, y que no incluye al Gasoducto del Sur, contratado en tiempos de Humala. Aceptar 610 millones de soles como reparación civil, a plazos, es la claudicación de la dignidad de nuestro país. ¿Alguien cree que las meretrices de Odebrecht y de su principal cómplice local, GyM, no recibieron una lluvia de billetes? ¿Se ha investigado el desbalance patrimonial de todos los hoy inusualmente calladitos y de los medios que no consideran esto una noticia? No, y tampoco la ruta del dinero.
Tamaña abominación es responsabilidad del ‘abuelito’ Pedro Pablo Kuczynski, el del gobierno de lujo, y de su equipo. PPK tiene pergaminos de ladrón desde el primer belaundismo. Acertadamente escribió en este mismo diario la experimentada periodista política, Mariella Balbi: “La cereza de la torta: gracias al gobierno de Kuczynski, Odebrecht sigue trabajando en el Perú. Fuimos asaltados de la peor manera, perforados y nada pasó”. Pero no olvidemos a los pupilos pepekausas que hoy ocupan directorios en corporaciones bancarias, asientos en organismos bilaterales, son voceros de importantes empresas y ya calientan motores para las elecciones del 2026. ¿Y el Ministerio Público? No les ha preguntado siquiera la hora.
El economista Luis García-Miró escribió ayer, con acierto, que: “mostrando su ínfima catadura moral y su total desprecio por la ley y por la sociedad, los fiscaletes Vela Barba y Pérez Gómez mantuvieron herméticamente secuestrado un pacto que firmaron con la corruptora Odebrecht, escondiéndolo al interior de esos turbios vericuetos del podrido sistema jurisdiccional peruano”.
El periodista Phillip Butters solicitó ante el Tribunal Constitucional la copia del acuerdo que se mantenía en secreto, justamente, por lo lesivo a los intereses de nuestro país. Al no revelar la verdad completa, no se conoce la real magnitud del perjuicio ocasionado. ¡Gracias, Butters!
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