ÚLTIMA HORA
PUBLICIDAD

Las ciudades se piensan a 50 años

Imagen
Fecha Publicación: 21/11/2023 - 21:50
Escucha esta nota

Barcelona, 2023.- Recorro Europa por segunda vez, en una ruta que me lleva por Portugal, España, Suiza, Italia, Francia e Inglaterra. Camino por las calles de Lisboa, Madrid y Barcelona. Constato que una ciudad moderna es aquella capaz de incluir a la mayor cantidad de visitantes.

El primer requisito para estas ciudades, por cierto, es incluir a sus propios habitantes. Los barrios consolidados integran viviendas de sectores adinerados con viviendas de interés social, en un ecosistema que comparte el mismo equipamiento urbano, sin diferencias entre conglomerados, ni interponiendo rejas o muros que los dividan, algo que lamentablemente ocurre en el Perú para distintos segmentos sociales.

Estas ciudades integran también al empresariado emergente. Esa característica se ve en los primeros pisos destinados al comercio, sobre los cuales se levantan edificios de oficinas y viviendas. Esta dotación comercial atiende necesidades del barrio, tanto para sus habitantes como para sus visitantes temporales.

Otra característica fundamental para hablar de modernidad son los altos estándares de conectividad, a través de una compleja red de transporte público (buses, metro, suburbanos y trenes rápidos) y redes de telecomunicación que nos hablan de una cultura del espacio público que todos hacen suyo y cuidan como si fuera propio.

La conectividad digital permite al turista disfrutar la ciudad de una manera diferente. El Waze y el Google Maps llevan el tránsito de las ciudades a un nivel superior. Con los avances de la inteligencia artificial, hoy miles de turistas se mantienen conectados por una red de intercambio de información y data en la que todos confían y difícilmente falla.

Las ciudades modernas se piensan mínimo a 50 años. Se planifican y se proyectan con la debida anticipación. No se improvisan, porque ello afecta a millones de habitantes y visitas temporales que, en vez de disfrutar el espacio, terminan sufriéndolo. Cuando ello ocurre, como sucede para muchos destinos del Perú, la consecuencia inmediata es que los turistas no quieran volver, y que esa sensación se convierta en un mal rumor que se esparce por todo el planeta, a pesar de tener un atractivo mundial como Machu Picchu.

Disfruto mucho este viaje. Cada sensación en las calles que transito termina seduciéndome y abriendo el cerebro, al punto de pensar cómo acelerar procesos y acortar tiempos para transformar ciudades como las nuestras y convertirlas en espacios de oportunidad, de generación de empleo y riqueza, de atraer inversiones, de no convertirnos en un patio trasero de nadie, de sentirnos orgullosos del espacio en donde vivimos. ¡Manos a la obra!

Mira más contenidos siguiéndonos en Facebook, Twitter, Instagram, TikTok y únete a nuestro grupo de Telegram para recibir las noticias del momento.