Las cifras del espanto
Revisando las redes sociales encuentro cifras del espanto que nos recuerdan por qué el Perú se ha convertido en nación decadente. Aquí dos muestras:
En una estupenda videocolumna, el jurista y maestro Humberto Abanto explica que en poco más de once años hemos tenido 30 ministros del Interior: Humala 7, PPK 2, Vizcarra 6, Merino 1, Sagasti 1, Castillo 7, Boluarte 5.
“En el mismo lapso –añade– hemos tenido 24 ministros de Justicia: 7 con Humala, 2 con PPK, 6 con Vizcarra, 1 con Merino, 1 con Sagasti, 3 con Castillo, 3 con Boluarte”. Y concluye: “En total 54 ministros, mientras el índice de la criminalidad se ha disparado 250%”.
Otra cuenta recuerda que entre el 2011 y hoy hemos tenido 8 presidentes de la República. Y estos, a su vez, han tenido 20 Cancilleres: Ollanta 4, PPK 2, Vizcarra 3, Merino 1, Sagasti 2, Castillo 5, Boluarte a la fecha 3.
Confieso que no he profundizado la búsqueda y tampoco he hecho el estudio riguroso, pero grosso modo, si sumamos a todos los Gabinetes de la última década, pasamos largamente la centena de ministros de Estado; y si a ellos sumamos viceministros, directores, generales de la policía y mandos principales de las Fuerzas Armadas y demás capitostes de la alta jerarquía estatal, sobrepasamos el millar de funcionarios que han gobernado al país de desconcertadas gentes que es el Perú.
Con esa altísima rotación de jefes -a los cuales se les suman los centenares de gobernadores regionales y alcaldes- es absolutamente imposible que se haya podido mantener políticas públicas coherentes. Y si el Perú exhibe resultados macroeconómicos positivos es solamente gracias a la estabilidad de la única institución seria que queda, el Banco Central de Reserva, y a la informalidad económica de una nación que sigue haciendo capitalismo popular al margen de la política.
El Estado oficial es un comedero de aventureros. Si calculamos que hay 49 partidos políticos para las elecciones del 2026, habrá 147 postulantes a la presidencia y las vicepresidencias; 6,370 candidatos a diputados; y 2,940 pretendidos senadores. ¡Un desastre total!
De seguir la inestabilidad administrativa, de no darse el milagro de la unidad electoral y de una reforma profunda de la República, lo que nos espera es convertirnos en un Estado fallido; o caer en un caos total que desemboque en guerra civil. La urgencia resulta mayúscula porque en el 2025 las reservas políticas y morales del Perú ya están tocando fondo.
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