“Ladran Sancho”, son los caviares
¿Seguimos siendo colonia? ¿Estamos acaso sujetos a la cofradía “caviar” de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), enemiga de la democracia y asociada con el comunismo que persiste en apoderarse de la región por instrucciones del Grupo de Puebla y el Foro de Sao Paulo? Según estos impostores, el Congreso electo por los peruanos no debe elegir a los miembros de la Junta Nacional de Justicia (JNJ), entidad que, a su vez, designa –entre otros– a los magistrados del Poder Judicial y la Fiscalía de la Nación.
A mérito del vasallaje del que somos víctimas, según la CIDH, si bien es cierto que nuestra Constitución autoriza al Congreso a nombrar jueces y fiscales, la CIDH considera que puede removerlos y designar a quien quiera en su reemplazo. Pero, ¿acaso en pleno siglo XXI es aceptable este coloniaje? ¿Qué nos ha maldecido para que, en estos tiempos de independencia y libertades absolutas –de las cuales se supone gozan las naciones soberanas del planeta, como la nuestra–, nuevamente los peruanos debamos agachar la cerviz? ¿Ahora porque una partida de presuntos juzgadores foráneos –para todo efecto, pertenecientes al socialismo más pervertido de la región latinoamericana– se consideran habilitados para asumir el control de nuestros países, sin necesidad de recibir la conformidad de todo el pueblo peruano? ¿Qué se creen estos colonizadores de sillón dorado, en pleno siglo XXI?
¡Bajo ninguna circunstancia debemos dejar pasar semejante atentado, amable lector! Sería claudicar a estos 203 años de independencia, pletóricos de éxitos y fracasos, de sacrificios, luchas y triunfos que hemos logrado desde que el libertador José de San Martín pronunciara esta contundente y lapidaria frase que ningún peruano debe olvidar: “Desde este momento el Perú es libre e independiente por la voluntad general de los pueblos y por la justicia de su causa que Dios defiende. ¡Viva la Patria! ¡Viva la libertad! ¡Viva la independencia!” Menos aún debemos permitir que estos cultores de la cofradía comunista denominada CIDH, premunidos de terminologías políticas huachafoides, oculten su raciocinio totalitario, como suelen hacer los “gorritis”, “garcía sayanes” y tantos otros príncipes de la CIDH cada vez que esta viola la voluntad de millones de peruanos.
El Defensor del Pueblo, Josué Gutiérrez, calificó la conducta de la CIDH como “un acto de intromisión grosera, sin precedentes”. En opinión de las principales figuras políticas y constitucionalistas del país, podrá escucharse a todas las partes, pero haciendo respetar nuestra soberanía por encima de todos los excesos de la CIDH. Además, debemos mantenernos firmes en defensa de nuestra plena independencia. No caben insinuaciones pérfidas, como las que hacen los “caviares” sugiriendo que la elección de los miembros de la Junta de Justicia por nuestro Legislativo viola los derechos humanos. Por cierto, en innumerables ocasiones el Perú ya ha contrariado similares intromisiones de la metiche CIDH. ¡Y no pasó nada! Rechacemos, entonces, este nuevo atentado de la CIDH.
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