La visión tangible de López Aliaga
El alcalde de Lima, Rafael López Aliaga, ‘Porky’, es blanco constante de ataques difamatorios provenientes de la mugresía caviar. Debe estar haciendo muy bien las cosas, porque esa laya solo aplaude y aúpa a los mediocres, cleptócratas y destructores de la patria.
El otrora periodista de investigación y hoy defensor de la empresa Odebrecht (ahora Novonor), Gustavo Gorriti, utiliza incansablemente su plataforma de IDL-Reporteros para tratar de convencernos de que López Aliaga es una amenaza para la democracia, sin prueba alguna, por supuesto. Lo curioso es que describe las tácticas que su propio entorno y el IDL han usado desde hace un cuarto de siglo, desde cuando Gorriti llevaba de la manito a su títere alcoholizado Alejandro Toledo (hoy preso por ladrón), en la Marcha de los Cuatro Suyos, financiada por el especulador financiero y promotor de las drogas, George Soros.
Mientras Gorriti derrama bilis, López Aliaga construye. Ha transformado el Centro Histórico en un espacio seguro y atractivo. Impulsa losas deportivas, escaleras en los cerros —que le cambian la vida—, apoya las ollitas comunes y recupera espacios públicos antes abandonados. Lo que era un antro bajo Villarán, el Centro Histórico, hoy es un lugar de encuentro vecinal y atractivo turístico seguro.
Promete y cumple. Entregó 4,000 motos para la Policía y ha propuesto el Grupo Especial Municipal de Inteligencia (GEMIN) contra la extorsión. Una de sus metas: 100,000 cámaras de seguridad con inteligencia artificial. Busca también una policía municipal armada, aunque enfrenta trabas constitucionales para ello.
Rosa María Palacios, otra de sus asiduas críticas, cuestionó su decisión sobre el contrato de Rutas de Lima, señalando que ignorar el fallo de un tribunal arbitral internacional contradice su postura de libre mercado y es propia de un gobierno socialista. Pero ‘Porky’ actúa como ingeniero honesto, no como abogado de cualquiera que lo contrate. Así las cosas, para él, la estabilidad jurídica no es sinónimo de impunidad ni de proteger a los corruptos.
Por lo pronto, el Tribunal Constitucional ya anuló el cobro en el peaje de la Panamericana Norte, que se sostenía en cambios contractuales hechos durante la gestión de Villarán, ligada a Odebrecht y OAS y, por ende, al caso ‘Lava Jato’ y ‘Cártel de la Construcción’.
Pese a los ataques, el alcalde proyecta viaductos en las avenidas Huaylas, Los Próceres y Universitaria —un verdadero infierno en horas punta— y una conexión subterránea entre el Metropolitano y la Línea 1. Además, consiguió una donación de trenes de California para Lima Este. Y frente a esa buena noticia, la zurdería organizó campañas de desprestigio por unos trenes en buen estado, con aire acondicionado, dos pisos y baños. Así es la mezquindad política.
Todo esto ocurre mientras se asoma una posible candidatura presidencial del alcalde con su partido Renovación Popular. Si el Papa Pebrost, León XIV, nacionalizado peruano, lanza un Ave María, podríamos ver una segunda vuelta entre López Aliaga y Keiko Fujimori, con Fuerza Popular.
Y entonces, los desiertos florecerán con las lágrimas de la progresía que tanto ha dañado al Perú.
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