La violencia no es la partera de la historia
La invasión de Ucrania, iniciada por el déspota ruso Vladimir Putin, contradice una vez más la frase de Marx, según la cual la violencia es la partera de la historia.
Si bien la afirmación de Marx está vinculada a la “lucha de clases” y a la supuesta necesidad de que el proletariado se levante en armas contra el capitalismo opresor, la historia se ha encargado de invalidar ese diagnóstico en la medida en que la propia evolución del capitalismo en democracia ha conducido a un sistema de pesos y contrapesos que permite y alienta la defensa de los derechos humanos lo que definitivamente no existe en los corruptos Estados totalitarios manejados por los comunistas y sus herederos en los que, en la terminología marxista, la “explotación del hombre por el hombre” es el pan nuestro de cada día.
Putin, ex cuadro de la funesta KGB, fue formado en las prácticas dictatoriales del omnímodo partido Comunista de la Unión Soviética y lo que viene haciendo con Rusia es simplemente una continuación de lo que ocurría políticamente en ese país hasta 1991, salvo el caso de una economía privatizada en manos de una nueva corrupta oligarquía manejada a su antojo por el propio Putin.
Este genocida, con sueños de grandeza, decidió conquistar Ucrania, y lo que ha generado después de poco más de 2 años de guerra son 120 mil soldados rusos muertos (vs. 70 mil ucranianos), 350 mil heridos (vs. 120 mil ucranianos) y miles de civiles, ancianos mujeres y niños asesinados en la propia Ucrania, además de la destrucción de ciudades y pueblos enteros simplemente para satisfacer el egocentrismo de un personaje que pretende convertirse en un nuevo Pedro el Grande –un famoso zar ruso del siglo XVII– en pleno siglo XXI. Inclusive, la Corte Penal Internacional ha ordenado su detención por el secuestro de miles de niños ucranianos enviados a Rusia para lavarles el cerebro.
No existe justificación alguna para la destrucción que está causando con más de 6 millones de ucranianos emigrados y la economía y el gasto militar de esa nación sostenidos a duras penas por la colaboración de Estados Unidos y diversos países europeos.
La violencia es, en realidad, la sepulturera de la historia y solamente genera más violencia como lo está sintiendo en carne propia el dictador ruso gracias a la valiente defensa que vienen realizando los ucranianos de su territorio.
Esta dura lección debemos aprenderla en el Perú donde ya fuimos víctimas del terrorismo marxista de Sendero Luminoso que dejó una secuela de 30 mil muertos con el apoyo, hasta ahora, de la izquierda caviar enquistada hipócritamente en nuestra democracia pero al servicio del antisistema.
(*) Presidente de Perú Acción
Presidente del Consejo por la Paz
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