La vida post comunismo de Hungría y Polonia
Escribimos desde Hungría, pasando antes por Polonia, dos viejos países del Este europeo que han vivido las atrocidades de la Segunda Guerra Mundial y, posteriormente, del comunismo soviético. Ambos, han alcanzado ahora niveles de países desarrollados, después de su modernización con la entrada a la Unión Europea.
Por una parte, la arquitectura de ambos países nos habla de sus épocas de boato monárquico; por otra, de los años austeros y duros del comunismo totalitario, con sus edificios enormes y grises para albergar a la burocracia estatal. Pero el actual diseño arquitectónico, principalmente en Varsovia, es de aires futuristas, con estructuras de cristal y aluminio abovedado.
Las capitales de ambos países: Budapest y Varsovia, tienen plazas enormes, puentes y parques atractivos que ofrecen a sus habitantes y turistas, esparcimiento y calidad de vida. La cantidad y belleza de las iglesias católicas, sin embargo, es mayor en la capital polaca, como en otra de sus ciudades importantes: Cracovia, donde los templos y basílicas se las tropieza uno en cada esquina.
Visitando Polonia, la tierra del ahora San Juan Pablo II, no podemos evitar evocar su figura, porque su presencia está en distintos monumentos, nombres de calles y en grandes estatuas; pero sobre todo, en la religiosidad del pueblo, especialmente joven, que colma los oficios religiosos, como los del Corpus Cristi, hace poco.
La cantidad de sacerdotes y religiosas que caminan por las calles de Cracovia –subrayo, especialmente jóvenes– es notoria, como la cantidad de personas que acuden a los templos a distintas horas del día. Merecido tienen los polacos que se les relacione con un personaje vital, entre los siglos XX y XXI, como es su hijo predilecto, Karol Woitijla: gran intelectual, gran pontífice y santo.
Por otro lado, las obras públicas, tanto en Polonia como en Hungría, son espectaculares. Un trasporte de buses, metro y tranvía, cruzan las grandes ciudades de punta a punta, manteniendo una interconexión fluida a pesar de sus muchos habitantes y gran flujo de turismo. A lo cual se suma la calidad de las calzadas, una eficiente red de agua y desagüe –inclusive pluvial– que secan inmediatamente las calles, después de una lluvia que se puede soltar en cualquier momento.
Los centros comerciales son enormes y muy concurridos, con precios muy competitivos en relación con los demás países de la Unión Europea, ya que poseen una industria textil propia y exitosa; aunque el mercado es abierto a todas las grandes marcas internacionales.
Observando el desarrollo económico de estos países, uno se pregunta necesariamente por el camino del Perú, y la respuesta es siempre la misma, por parte del Estado: honestidad y transparencia. Por parte de los ciudadanos: orden y educación. Por parte de todos, buena voluntad y muy arraigado amor a la patria. Así se explica el veloz desarrollo de estos países.
En Hungría y Polonia se respira libertad, esa libertad que el comunismo les había arrebatado por tantas décadas, como también responsabilidad de los ciudadanos por cuidar su ciudad y mantener relaciones cordiales entre todos.