La victimitis de Gorriti
Gustavo Gorriti padece de cáncer linfático hace buen tiempo, pero necesita victimizarse. Por eso lo reveló en entrevista con una Rosa María Palacios de ojos aguados. Nadie se regocija con su enfermedad, más bien se desea su pronta recuperación y una larga vida para que le pida perdón al Perú. Prostituyó el periodismo al punto de convertirlo en una mera aplanadora de honras, armamento de persecución política contra sus enemigos imaginarios y en un mecanismo para concentrar poder. Pero Gorriti es Gorriti y aunque la muerte le toque el hombro, mostró su palidez en la entrevista sin disposición de abandonar la ponzoña. Trató de defenderse de las denuncias que hoy recaen sobre él: como algo que “pertenece al ámbito de lo psiquiátrico”.
Este inmisericorde hizo que el presidente Alberto Fujimori volviera a prisión cuando el indulto de Pedro Pablo Kuczynski, pese a que se trataba de un hombre ya anciano que padece cáncer, como él, entre otras enfermedades. Se encargó de movilizar a una serie de desadaptados y fracasados para que Uruguay negara asilo político al dos veces presidente del Perú, Alan García; luego utilizó su perversa telaraña de poder para cercarlo hasta empujarlo al suicidio. Fujimori hoy está libre y pasará los años que le quedan con su familia y gozando del agradecimiento de la gente de a pie. Alan García, el mejor presidente peruano de lo que va del siglo XXI, no está entre nosotros para defenderse de las patrañas promovidas por Gorriti y los integrantes de su secta de la doble vara.
Aldo Mariátegui describe a Gorriti como un “activista político que ha usado al periodismo como herramienta para manipular a la Fiscalía en contra de otros. Ha utilizado la data no para informar al público, sino para demoler sistemáticamente a los que aborrecía políticamente. ¡Los caviares están muy podridos si creen que mangonear así al Ministerio Público es ser “periodista”! Aduce que “la ultraderecha” ha conspirado contra él. La verdad de su proceder no ha salido de ‘la ultraderecha’, sino de un allegado que conspiró junto con él”.
Desde su ong IDL, ha fungido de fiscal, juez y policía. Pretendió ser un presidente en la sombra sin que nadie lo eligiera. El fiscal José Domingo Pérez, uno de sus fieles, dice que Gorriti es el “mejor periodista de investigación del mundo”, cuando está a punto de corroborarse que la periodista del IDL, Romina Mella, tenía un escritorio en las oficinas de ese fiscal y acceso privilegiado a investigaciones reservadas.
Gorriti es un desestabilizador profesional, por eso fue deportado de Panamá. Es el creador de la gran leyenda negra del fujimorismo y del alanismo. Mantiene infiltrados en los medios más importantes y les dicta qué decir y qué callar, a quién chancar y a quién ensalzar.
Ahora el lobo quiere hacerse pasar por un chihuahua vulnerable. Nadie le cree. Y todo gracias al destape de la periodista Milagros Leiva, en Willax, canal al que califica de “letrina”. ¡Ja!
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