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La trascendencia de la respuesta de Bolognesi al emisario chileno en Arica

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Fecha Publicación: 04/06/2024 - 21:30
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Aunque en dos días más me referiré a la Batalla de Arica como tal y al Día de la Bandera, quisiera centrarme, hoy, 5 de junio, en la inmortal respuesta del coronel, Francisco Bolognesi, al emisario chileno, mayor Juan de la Cruz Salvo, en este mismo día, pero de 1880, es decir, 48 horas antes de que fuera consumado el asalto de la Plaza de Arica por los invasores, durante la guerra del Pacífico (1879-1883). Ese día, Bolognesi, junto a su Estado Mayor de 13 altos oficiales, dejaron estupefacto al militar chileno, que había quedado conmocionado con las palabras del jefe peruano, cuyo tenor ha pasado a las gloriosas páginas de la historia –por eso escribo esta columna– al mandar decir al jefe chileno, Manuel Baquedano: “TENGO DEBERES SAGRADOS QUE CUMPLIR Y LOS CUMPLIRÉ HASTA QUEMAR EL ÚLTIMO CARTUCHO”. En sus palabras, Bolognesi traslució de manera inobjetable que no le importaba su vida, solo la patria, y ese gesto era el signo del arrojo, es decir, había llegado al instante en que su conducta revelaba que no le importaba vivir con tal de que el país y su dignidad nunca fueran mellados. Se había cumplido el requisito indispensable para ser considerado héroe, pues muchos militares, también valientes como Bolognesi, mueren en actos de combate en el respetable y admirable cumplimiento del deber, pero, como todo mortal, comprensiblemente, cuida su propia vida. Por esa histórica y gloriosa respuesta, Bolognesi, nos legó que primero es la patria a los proyectos personales o hasta familiares, que tanto cuesta a cualquier peruano, por eso en una carta enviada a María Josefa, su esposa, en la víspera de la batalla, le dijo: “Nunca reclames nada, para que no crean que mi deber tuvo precio”. Tenía claro que lo que hacía estaba fundado –repito–, en el supremo amor a la patria. Pero Bolognesi, por dicha misiva, además, reveló que jamás ocultó su tristeza, propia de su naturaleza humana. Añadió en la referida carta: “¿Qué será de ti, amada esposa, tú que me acompañaste con amor y santidad?, ¿qué será de nuestra hija y de su marido, que no me podrán ver ni sentir en el hogar común? Pero también lo entristeció la falta de unidad de nuestra clase política y hasta la traición y lo recordó a su amada: “Dios va a decidir este drama en que los políticos que fugaron y los que asaltaron el poder, tienen la misma responsabilidad. Unos y otros han dictado con su incapaz conducta, la sentencia que nos aplicará el enemigo”. Se había referido a Agustín Belaunde que abandonó al ejército peruano apostado en el Morro, en señal de cobardía y arribismo, precisamente porque se moría de miedo por la consecuencia de la respuesta de Bolognesi al emisario chileno. Por cierto, el país lo declaró traidor a la patria. La respuesta de Bolognesi debería ser leída en la parte central de todas las aulas de los niveles inicial, primaria, secundaria, universitario, maestrías, doctorados y posdoctorados del país. Bastará una decisión del ministerio de Educación como parte de una política de Estado. Seamos el país nacionalista que no somos. ¡Yo lo haría!

Excanciller del Perú e Internacionalista

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