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La Sulamita

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Fecha Publicación: 13/06/2023 - 22:30
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No aceptó ser la esposa del rey Salomón, porque tenía su pastor de ovejas y no hubo ni hay vestigios de sus nombres en la historia. Son, simplemente, lo que queda en los versos del Cantar de los Cantares: “Yo soy la rosa de Sharon y el lirio de los valles. Mi amado es para mí un manojito de mirra, que reposa entre mis pechos”. Y una descripción llena de erotismo y de ternura: “Es morena y hermosa, sus ojos son de palomas, su cabellera como un hato de cabras, sus labios un hilo de escarlata, su vientre un montoncito de trigo rodeado de azucenas, su hablar ameno, sus dos pechos como crías mellizas de gacela, no hay defecto en ella, sus labios gotean miel y hacen latir más mi corazón.”

El Cantar de los Cantares tiene 117 versículos y es, según los hermeneutas, el texto más hermoso de la Biblia. No es sólo una alegoría religiosa que identifica al joven pastor y a la amada del poema con el dios de Israel y su pueblo, exégesis que heredó el mundo cristiano adaptándola a sus propios dogmas, sino un bellísimo poema con una gran calidad literaria.

Nardos, áloes, cinamomos, mirra e incienso despliegan su fragancia en estos cantos. Y es especial su simbología porque en los textos hebreos se da mucha importancia a los ambientes y a los aromas. Los pechos de la Sulamita son comparados en el versículo 6 del capítulo 4 con el “monte de la mirra y collado del incienso”. Y en cuanto al aroma y sabor como máximas cualidades del placer, basta con leer –y sentir- el estremecimiento de estos versos: “Bésame con los besos de tu boca! Porque mejores son tus amores que el vino.” El vino era en el pueblo judío el símbolo del placer y la alegría.

No se sabe de qué y cómo murió el rey Salomón y la figura de la Sulamita se pierde en los vericuetos de la leyenda y de la historia. La mujer trigueña y hermosa acaso subió a los cielos como Remedios la bella, de Cien Años de Soledad, pero los cantos de un rey enamorado perviven hasta hoy. El Cantar de los Cantares es el testimonio del amor y de la belleza de la vida, como también lo es de la caducidad y fragilidad del destino humano. Los pechos como mellizas de gacela y el vientre como montoncito de trigo rodeado de azucenas, son ahora polvo, pero su retrato perdura en un poema que escuchó una mujer que no parecía de este mundo y que los enamorados de ayer, hoy y siempre, repiten y repiten porque es su manera, tal vez la única, de seguir estando vivos.

La campesina que rechazó al Rey y que persistió en su amor por el pastor de ovejas, es el tema central del Cantar de los Cantares. Lo demás: los pechos, los muslos, el talle, el aliento, las palomas, son los coros jubilosos de la noche.

Jorge.alania@gmail.com

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