La solución será dos Estados: Israel y Palestina
Es completamente irracional e irresponsable seguir viendo pasar los años y que se mantenga la relación conflictual entre Israel y Palestina por más tiempo del que lleva. Hay que volver a la Resolución 181 de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), del 29 de noviembre de 1947, como hoy, que recomendó la creación de dos Estados. No fue una propuesta del capricho. Nada de eso. Se hizo en base al informe que emitió la histórica Comisión Especial de Palestina (UNSCOP por sus siglas en inglés) –uno de cuyos integrantes fue el embajador peruano, Arturo García Salazar, excanciller de la República (1918-1919)–, cuyos miembros realizaron un viaje hasta la región de la Palestina que por aquellos años se hallaba bajo el denominado Mandato Británico de la Palestina, establecido por la desaparecida Liga de las Naciones o Sociedad Naciones, la antecesora de la ONU. En efecto, luego de efectuar una inspección in loco, UNSCOP sugirió el establecimiento del Estado de Israel y del Estado de Palestina. Israel se acogió a la recomendación de la ONU y con David Ben-Gurión, a la cabeza, declararon su independencia, el 14 de mayo de 1948. Los palestinos, en cambio, no solo rechazaron la propuesta de las Naciones Unidas –y fue un error–, sino que ese mismo día que, también era el último del referido mandato británico, con el apoyo de todo el mundo árabe, decidieron declararle la guerra a Israel.
La región de la Palestina, que también podríamos llamar la región de Judea, porque ambas se confunden en ese mismo lugar a través de la historia, ha sido el hogar de los judíos y de los árabes, o si prefiere de los árabes y de los judíos, aunque los herederos de Isaac decidieron emigrar en lo que se conoce como la diáspora judía por el mundo –no debemos confundirla con el bíblicamente conocido Éxodo, que fue la salida del pueblo de Israel del cautiverio en Egipto hacia la Tierra Prometida–, y reconocerlo debería ser una actitud sensata pero lamentablemente no es así. Por la referida diseminación de los judíos por el mundo, se entiende por qué razón, a mediados del siglo XX, luego del Holocausto durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) que produjo más de 6 millones de judíos muertos, decidieron volver al lugar del que partieron siendo por esos años menos que los árabes que los vieron como intrusos. El territorio es de los dos. En mis clases de política internacional al detenerme en el capítulo relativo al Medio Oriente, para comprender que el territorio de la Palestina es de ambos pueblos, confundidos en el proceso histórico, suelo decir que Jesús de Nazaret fue judío y nació en Belén que es palestino o árabe. El problema es que Israel, por la Guerra de los 6 Días (1967), tomó por la fuerza gran parte de los territorios en que vivían los palestinos y en general prácticamente todo el Sinaí, y al expulsar a los árabes, mientras instalaban los asentamientos judíos, al arrancarlos los conminaron a migrar dando paso a la condición de refugiados, fuera de las fronteras nacionales, abriéndose una herida muy grande entre ambos pueblos. El primer ministro israelí, Ariel Sharon, a pesar que durante la Segunda Intifada o levantamiento –estuve durante esa etapa en Israel– visitó la explanada del Monte del Templo donde se halla la Mezquita de Al Aqsa, el tercer lugar más importante del Islam, y de exacerbar a los árabes, decidió dar inicio al plan de desconexión o devolución de territorios. Ese deberá ser el camino hacia los dos Estados, asegurando a Israel su legítimo derecho de vivir en paz.
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