La soledad será aún más estridente
Recientemente el presidente de la República Martín Vizcarra concedió una entrevista a la experimentada periodista Mónica Delta, ésta concitaba interés de la ciudadanía toda vez que salvo contadas apariciones públicas y conferencias palaciegas luego de los Consejos de Ministro, donde el formato utilizado no permite interactuar con la prensa, se esperaba precisiones sobre temas de coyuntura, en especial del caso “Swing” que puso de vuelta y media al país y a él mismo, a punto de haberse jugado una moción de vacancia en su contra desde el Congreso, que finalmente no se aprobó. Sin embargo la entrevista, por demás extensa, a la larga no resultó para nada esclarecedora, más bien se tornó sosa, aburrida, al vérsele al jefe del Estado repetir una y otra vez la frase “en lo absoluto”, su muletilla recurrente para negar cualquier cuestionamiento o duda. Una lástima, una aparición en señal abierta de televisión un domingo en la noche en horario “Prime Time”, era la oportunidad para hacer grandes anuncios o revelar “pepas” (primicias), pero no fue así, al final solo quedaba esperar que concluyera la entrevista para que se diera pase a los reportajes dominicales.
Hubo no obstante algo que llamó la atención, “la soledad del Presidente”, percepción que pese a su reiterado esfuerzo por negarla, ésta se acrecienta más, lo que se ha originado por haberse disuelto (por renuncias al cargo y detenciones preliminares) su entorno “moqueguano” en Palacio de Gobierno, una especie de muralla infranqueable que lo rodeaba. Y es que cada vez que le tocaban el tema, el mandatario respondía tratando de dibujar una media sonrisa (y aquí me permito parafrasear): “No estar solo”, “¿Cómo estarlo, si tiene al pueblo peruano de su lado, que éste es su compañía?” (Apelando a su alto índice de aprobación en las encuestas). Este tipo de repuestas saben a un estado de negación.
Pero seamos sinceros, ¿acaso esperábamos que un político y más aún de su cargo, nos diga lo contrario? ¿Qué admita que le duele? ¿Que es consciente de que conforme se acerque al final de su mandato esa soledad será aún más estridente?, pienso que no. Sin embargo desde esta columna nos permitimos darle un alcance, cuídese de esa soledad (negada) porque es mala consejera, lo aísla, lo desubica de la realidad, que ya por momentos asoma cuando da respuestas inconsistentes o imprecisas o niega hechos, muchos de ellos objeto de investigación en sede de la Fiscalía, dando la impresión de vivir en un universo paralelo. Con todo respeto, “no escuche adulones”, “diga las cosas como son”, “no tome atajos en sus respuestas”, usted sufrirá irremediablemente lo que muchos políticos y en su caso ex presidentes del Perú, una soledad mayor a la de ahora, hay que aprender a convivir con ella, sin perder de vista que sus enemigos le esperarán para “freírlo en perol”. Ojalá me equivoque.