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La situación de la embajada argentina en Caracas es grave

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Fecha Publicación: 18/12/2024 - 21:30
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Aunque se haya producido una ruptura de relaciones diplomáticas entre la República Bolivariana de Venezuela y la República Argentina, debe quedar claro que, hallándose la embajada bonaerense en Caracas bajo custodia de la República Federativa de Brasil, la dictadura de Nicolás Maduro está obligada a cumplir escrupulosamente la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas de 1961, de la cual tanto Venezuela como Argentina son Estados parte, y no solamente para respetar el intacto cumplimiento del principio de inviolabilidad de la sede de la misión diplomática, de conformidad con el artículo 22 inciso 1 de este tratado que dice, literalmente, lo siguiente: “1. Los locales de la misión son inviolables. Los agentes del Estado receptor (Venezuela) no podrán penetrar en ellos sin consentimiento del jefe de la misión” –objetivamente debemos admitir, por lo menos hasta ahora, que el gobierno del sátrapa chavista no lo ha violentado–, si no que el régimen madurista debería acatar rigurosamente el inciso 2 del referido artículo 22 que consagra, lo siguiente: “2. El Estado receptor (Venezuela) tiene la obligación especial de adoptar todas las medidas adecuadas para proteger los locales de la misión contra toda intrusión o daño y evitar que se turbe la tranquilidad de la misión o se atente contra su dignidad”. Está claro que el mandato de la Convención de Viena, en lo que se refiere, stricto sensu, al inciso 2 del mentado artículo 22, es completa letra muerta para Maduro y su banda. En efecto, van 9 meses de hostilización a la misión argentina, en cuyo interior se encuentran 6 perseguidos políticos, colaboradores de María Corina Machado, la lideresa venezolana que asumió su rol de auténtica opositora contra la dictadura, junto a Edmundo González, elegido presidente de todos los venezolanos, el domingo 28 de julio de 2024. Prácticamente incomunicados, Maduro que se ha pertrechado en su deleznable actitud recalcitrante de no conceder el salvoconducto a los asilados venezolanos en la embajada argentina que les permita dejar el país, ahora presiona para conseguir conforme sus bajezas políticas ciertas concesiones en lo que se advierte como un acto de incalificable condicionamiento para promover la libertad de los referidos perseguidos políticos. Suma con acierto para desnudar la cada vez mayor monstruosa careta de Maduro, que el presidente argentino, Javier Milei, lo haya tildado de “dictador criminal” por detener, o si prefiere, secuestrar, a un miembro de la Gendarmería Nacional Argentina que apenas había cruzado la frontera colombo-venezolana para ver a esposa e hijo. Maduro sigue jugando con fuego. No se puede burlar de un tratado que regula los derechos y deberes de los Estados respecto de las embajadas que fueron uno de los mayores legados de la histórica Paz de Westfalia, al consagrarlas inviolables y protegibles.

(*) Excanciller del Perú e Internacionalista

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