La sentencia

Las Crónicas de hoy tienen un punto de partida muy diferente de las que hace siete años venimos publicando. Esta empieza en el encuentro casual con un amigo que iba en camino a saludar y felicitar a Hugo Fuentes Schereiber, por la juramentación al cargo de presidente del Centro Comercial El Tumi, en el que tiene un restaurante al que nos invitaría para almorzar. Aceptamos la cordialidad y tuvimos una agradable reunión en que pude conocer detalles de su vida y del trabajo realizado en El Tumi donde ha recibido la confianza de los asociados por la honestidad eficiencia y calidad de su entrega en los cinco anteriores sucesivos periodos, de tres años cada uno, en que ocupó el cargo. Para Hugo Fuentes Schereiber esta tarea es un espejo de la calidad y formalidad del trabajo realizado por sus padres desde que llegaron a Lima buscando nuevos horizontes. Vinieron desde Huánuco, tierra natal de Estela Schereiber; su madre, con José Santos Fuentes Almonte, arequipeño, su padre empezó su nueva vida en un pequeño bazar que abrieron en el centro de Lima. Mientras almorzamos pruebo por primera vez como agua de mesa una combinación bastante especial de té con boldo, ambos en bolsita filtrante, tema que da pie para charlar de la permanencia, industrialización y modernización de antiguos usos en la tradicional cocina popular. Pronto Hugo trae con humor recuerdos de su niñez cuando su padre creó las camas camarote de tres pisos para la familia que crecía rápidamente y la casa en que vivían era bastante pequeña. Hugo es el quinto de once hermanos, el primer limeño. Con un cambio de tono y modo, dice “como mi padre tuve once hijos, pero en dos hogares. En el segundo, mi menor ha cumplido cinco años. Encuentro muy especial que no usara el conocido “compromiso” y tampoco matrimonio. Se lo digo, responde “hogar es otra cosa , es mucho más”…Siguen los recuerdos, ahora son de sus estudios primarios en el José Sabogal y de la secundaria en la Gran Unidad Escolar Ricardo Bentín en el Rimac. Su deseo de convertirse en historiador lo llevó a la Facultad de Ciencias Sociales en la Universidad Federico Villarreal y con un interés artístico de proyección laboral completó los ciclos de fotografía en el recordado Instituto Gamor. Mientras, apoyaba a su padre aprendía los secretos para llevar exitosamente una ocupación en el mundo comercial. Con interés y voluntad recogió las enseñanzas con que ha podido diversificar y mantener sus emprendimientos. En 1985 cumplió 26 años, ingresó a trabajar al Congreso en el sector de prensa en que permanece hasta 1992 cuando el presidente Fujimori lo disuelve. Con la reapertura del Congreso es incorporado como Técnico administrativo. Sin quitar ojo de sus acciones comerciales que son, como él dice, el sustento cotidiano.

Pero dentro de este marco de buenos recuerdos y positivos desarrollos hay un asunto que le genera una preocupación para la que tiene confianza llegará la solución positiva. Es decir, que la Justicia siendo ciega también debe ser certera.

Esta preocupación, me comenta, es un tema de orden judicial. Es la apelación presentada contra la sentencia emitida por el 16 Juzgado Unipersonal-Sede Central, por la presunta comisión del delito de Usurpación Agravada, que impone una pena efectiva de cinco años Variada, rebajada, a cuatro años de pena suspendida, se subsume genéricamente, agrega, es una denuncia apócrifa, cuya conducción fiscal ha sido equiparable, dice, a una cacería de brujas sin sentido, por cuando las pruebas expuestas se limitan exclusivamente en dichos contradictorios y documentales que aparentemente incurren en falsedad genérica conducción.

Hemos terminado el entretenido almuerzo en que dimos curso a unos panamitos, buenazos, como para repetir, y pollo a la florentina. Debe regresar a su puesto en el Congreso. Lo acompaño en la caminata, ahora hablamos de gatos. Hago la foto a la volada en la fachada del histórico edificio. Nos despedimos, un gusto habernos conocido, nos encontramos para leer las Crónicas acompañando con un seco de cabrito, que casi jura, es de campeonato en su restaurante.

coresycalana@ hotmail.com

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