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La resiliencia del pueblo peruano y el desafío de la unidad

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Fecha Publicación: 28/04/2021 - 20:10
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Faltan pocos meses para celebrar el bicentenario de la independencia de nuestro país. Un Perú que en sus inicios solo tuvo cuatro departamentos y que en su primera norma (Reglamento Provisorio de José de San Martín) estableció un débil cuerpo administrativo y fiscal que también asumió la función jurisdiccional, aunque con enormes problemas generados por la guerra de la independencia. Sin embargo, nuestra república logró superar diversos problemas internos y externos que le permitieron subsistir y mantenerse en el tiempo. Y hoy, ad portas de cumplir doscientos años de vida independiente, se muestra como una nación orgullosa de sus logros y de su historia. Pero también como una nación desorientada y, peor aún, dividida. Nos preguntamos qué fue lo que sucedió para llegar a esta penosa situación.
Las páginas de la historia peruana nos narran que nuestros departamentos se multiplicaron y en aras de la descentralización se crearon regiones. Las funciones administrativas, legislativas, judiciales y fiscales también se dividieron y se fortalecieron con el reconocimiento de la autonomía funcional, económica e independencia de cada poder, con la subsistencia de controles mutuos para evitar cualquier exceso o desvío del ejercicio del poder. Formalmente, parece que todo estaba en su lugar. Por otro lado, los índices de analfabetismo fueron reducidos, las dificultades de comunicación en nuestro diverso y vasto territorio se fueron superando, se promulgaron normas que promovieron la protección de sectores vulnerables y el Estado ha implementado cada vez más programas para la atención de sus necesidades. Pero a pesar de todos estos logros, sigue presente el descontento que mantiene vivas posiciones políticas que parecen irreconciliables.
En la historia nacional, este es un momento único en el que además de enfrentar el grave problema de la salud generado por la covid-19 -que en cifras oficiales muestra un total de 59,724 fallecidos y las no oficiales casi triplican este número- también debemos resolver la falta de liderazgo, las limitaciones en la gestión estatal, el desempleo, la violencia e inseguridad, la corrupción y, además, un país dividido. Es así como hemos llegado a esta segunda vuelta electoral. Con muchas dudas sobre quién conducirá el futuro de nuestro país.
En las actuales y difíciles circunstancias que hoy nos toca vivir, la indiferencia de muchos compatriotas es preocupante. Esto tiene una explicación: se cansaron no solo de los mismos rostros de la política nacional, sino también de la reproducción de los mismos resentimientos y posiciones extremas que incluso son personificadas. Superar este mal momento exige una nueva hoja de ruta con un conductor que tenga como uno de sus principales desafíos lograr la unidad, que solo será posible mediante el PERDÓN.
Nuestro país no merece experimentos políticos que solo generarán más desorden e inestabilidad. Tampoco puede mantenerse el actual escenario de constante desorientación. Si en algún momento se perdió el camino para concretar los sueños y esperanzas de un pueblo que nunca se da por vencido (muestra de ello son los ingeniosos emprendimientos en plena crisis), hoy se requiere dar vuelta a la página para continuar creciendo. “Resiliencia”, esa palabra tan frecuente en los libros de autoayuda debe de dejar de ser individual y convertirse en nacional. Por un mejor futuro para nuestros hijos. Así sea.

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