La república moral del Perú
Tacna es conocida como la “Ciudad Heroica”, y el Perú entero se ufana irónicamente de ese título como si fuese propio. Lo lamentable es que, mientras Tacna resistía casi medio siglo de ocupación chilena sin renunciar a su peruanidad, el resto del país perfeccionaba la costumbre de rendirse antes de pelear.
Tacna fue declarada “Heroica” en 1828, en reconocimiento a su temprana adhesión a la causa de la independencia y su participación activa en la gesta libertadora (Basadre, 2005). Desde entonces, su apelativo plasmó una identidad basada en la resistencia popular.
La Constitución de 1823, primera carta política peruana, hablaba de la unidad e indivisibilidad de la nación. Este principio fue encarnado por los hijos de Tacna durante la ocupación chilena. En 1883, tras la humillante derrota de la Guerra del Pacífico, el Tratado de Ancón dejó a Tacna y Arica bajo administración chilena hasta la realización de un plebiscito que nunca llegó. Se instaló, sin embargo, una ficción jurídica: los tacneños eran formalmente peruanos, pero vivían bajo autoridad chilena, un caso digno del derecho internacional.
Uno de sus grandes hijos, Jorge Basadre (1903-1980), afirmó con ironía: “Tacna vivió en cautiverio, pero no en silencio” (Historia de la República, 2005). Desde un enfoque legal, la diferencia entre legalidad y legitimidad se vuelve crucial. Norberto Bobbio, en Teoría de la norma jurídica (1993), recuerda que el poder sin legitimidad es simple imposición. Tacna vivió ese dilema: la legalidad chilena intentó imponerse, pero la legitimidad peruana seguía viva en cada acto cotidiano.
Hoy, el resto del Perú parece haber invertido la ecuación: legalidad abundante —miles de normas—, pero legitimidad ausente.
Ejemplos sobran:
(i) El coronel boliviano Severino Zapata se negó a jurar lealtad a Chile y fue expulsado. El acto de juramento, heredado del colonialismo, pretendía legitimar el poder, pero su negativa convirtió el silencio en resistencia.
(ii) En 1900, Jorge Basadre Forero (padre del historiador) promovía la educación clandestina con símbolos peruanos. Era ilegal bajo la administración chilena, pero legítimo para la población. La educación se convirtió así en herramienta de resistencia cultural y jurídica.
Tacna ha sido usada por todos los gobiernos como símbolo, mientras era olvidada en la práctica. Aun así, su ciudadanía ha sido más firme que el propio Estado.
En 1929, con el Tratado de Lima, Tacna volvió al Perú y Arica quedó en Chile. Pero, ¿qué significa pertenecer? ¿Es la soberanía un papel entre cancilleres o una lealtad compartida?
Hans Kelsen, en su Teoría pura del derecho (1934), planteó que la validez del derecho se basa en una norma fundamental aceptada por todos. Tacna demuestra que esa aceptación requiere identidad.
Como decía Basadre: “La educación es la base de la conciencia nacional”. Tacna es su ejemplo más claro.
(*) Abogado, docente universitario, consultor legal
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