La publicidad, el modelo y la realidad
Si algo aprendí de mis maestros es a saber distinguir el “mundo real” de lo que es el “mundo ideal”. En una oportunidad recibí un encarte de una tienda por departamentos donde publicitaban ropa para hombre y, dentro de ella, se lucía una hermosa casaca; por la tarde decidí ir a comprar la casaca y estando en dicho local ubiqué a la vendedora, le mostré el encarte y le pedí la casaca que estaba publicitada.
Ella gentilmente me alcanzó la linda casaca y me la probé; salí del probador y fui donde la señorita vendedora y le dije: “Señorita, mire cómo me queda la casaca, está muy ajustada y no se luce como en la revista que le he mostrado”. Ella me miró, se sonrió y me dijo: “Señor, lo que pasa es que lo que tiene en sus manos es el modelo y al ponerse usted la casaca y con el tamaño de su barriga, la casaca se distorsiona mostrándole lo que es la realidad”.
Esa comparación entre lo que era el modelo de la casaca en una revista y la casaca puesta en mi cuerpo, grafica muy bien lo que sucede en las escuelas de formación profesional. La mayoría de los maestros nos enseñan modelos que son producto de realidades distintas y que poco sirven para ser aplicadas a realidades como las que tiene nuestro país.
Sin embargo, el asunto no queda allí, porque los alumnos al salir al mundo real tratan de aplicar las teorías como si fueran recetas y vienen los grandes fiascos y frustraciones. Lo mismo sucede con los que hacen política. Los discursos y propuestas de algunos políticos dibujan en las mentes de las personas “modelos” de sociedades que solo existen en la cabeza de quienes las proponen, haciendo del discurso perverso, porque engañan a la gente y generan en el corto plazo desilusión de la política y de las instituciones.
Según mi experiencia, lo correcto sería “enseñar” desde las aulas a analizar la realidad y tomar los “modelos” tangencialmente y procurar que los alumnos promuevan soluciones “realistas” a los problemas sociales. De igual forma, los políticos deben ofertar soluciones realistas y no “esotéricas” y proponer, con la verdad, metas y objetivos sociales para el mediano y largo plazo. Así que, estimados lectores, deben tener mucho cuidado con los “modelos” que se muestran en la publicidad.
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