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La psicosis económica mundial por los aranceles de Trump

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Fecha Publicación: 07/07/2025 - 21:30
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El aplazamiento hasta el 1 de agosto del reinicio por parte de los Estados Unidos de América de la imposición del aumento en el impuesto a las importaciones de productos hacia diversos países del mundo, ha activado nuevamente las alarmas ante la temida medida económico-comercial por parte del gobierno de Donald Trump. No hay duda que este impuesto sigue causando un alboroto y una preocupación en el comercio planetario y razones no faltan para así considerarlo. Pero todo lo que decide Trump en verdad que es en sentido inverso del orden económico global. De hecho, la dinámica del comercio internacional en las últimas décadas ha sido lograr liberalizar las exportaciones e importaciones del pago de impuestos, es decir, acabar con las denominadas barreras arancelarias y pararancelarias que venían entorpeciendo o aletargando la movilidad comercial propia de la globalización económica en un mundo dominado por la interdependencia, es decir, donde todos los Estados y otros actores del comercio mundial, se han venido ayudando recíprocamente. El gobierno de Donald Trump, con su decisión aplazada hasta el próximo mes de agosto, para llevar adelante el proteccionismo económico, va exactamente en sentido inverso de lo que están buscando los países del globo, es decir, la integración económica profunda, que es el resultado de un proceso progresivo que ha tomado su tiempo conseguir a las naciones de la comunidad internacional. Entendamos que las medidas arancelarias dictadas por Trump, es verdad que en porcentajes distintos -en el caso peruano es del 10%-, van a generar un impacto internacional. En efecto, la referida integración económica comprende, de menos a más, el establecimiento de una zona preferencial de comercio, generalmente bilateral, luego, una zona de libre comercio, donde ya se pone en evidencia el objetivo de liquidar a los aranceles, enseguida la adopción de la unión aduanera, en que surge la conciencia de bloque económico, después la instalación de un mercado común, en el que actúan los concernidos promovidos por la confianza, luego de ello, la etapa de la unión económica y monetaria, como ha pasado a Europa que cuentan con el euro como moneda común, hasta conseguir, finalmente, la integración económica completa, que es la plenitud del comercio entre las naciones. Trump no quiere nada de todo lo que acabo de resumir en pocas líneas. Pero nada de lo dicho como fenómeno económico se explica, desde la lectura de Trump sin los criterios políticos que en el fondo está buscando. Las presiones hacia los Estados de la comunidad internacional, casi como una psicosis económica mundial, entre los que se encuentran países considerados aliados o amigos de Estados Unidos como Japón o Corea del Sur, no tienen en lo inmediato una explicación lógica. A Trump, dominado por su pragmatismo, parece resultarle irrelevante esta situación. Sigo creyendo que todas estas movidas de Washington pueden resultar riesgosas para su propia economía y si el riesgo se convierte en una amenaza, entonces, será complicado conocer el futuro financiero para el país más poderoso del mundo. Sigamos atentos al decurso arancelario que veremos en el mes de agosto entrante.

(*) Excanciller del Perú e Internacionalista

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