La primera ministra italiana y todos los derechos humanos

Giorgia Meloni ha sido elegida como primera ministra de Italia. Es la primera mujer que ocupa la magistratura más importante de su país. Su elección ha contradicho a encuestas y pronósticos, pero también al pensamiento progresista hegemónico. Ella representa a una coalición de la derecha italiana, que logró imponerse con un discurso conservador, pero que, a la vez, interpreta el pensamiento de importantes sectores políticos y sociales, italianos y europeos.

La campaña de la ahora primera ministra enarboló un conjunto de esloganes de naturaleza conservadora que encontraron eco en importantes sectores de la población italiana. Veamos: “SÍ a la familia natural, NO a los lobbies LGBT, SÍ a la identidad sexual, NO a la ideología de género, SÍ a la cultura de la vida, NO a la muerte, SÍ a la universalidad de la cruz, NO a la violencia islamista, SÍ a las fronteras seguras, no a la migración masiva, SÍ al trabajo de nuestros ciudadanos, no a las grandes finanzas internacionales, SÍ a la soberanía de los pueblos, NO a los burócratas de Bruselas, SÍ a nuestra civilización, NO a gobiernos que quieren destruirla”. Sin embargo, si bien el mérito más importante de esta elección es la lucha contra el pensamiento progresista, también la tarea más importante de la primera ministra es la conservación de todos los derechos humanos, sin distinción.
La elección de Meloni puede influir, a corto y mediano plazo, en las intenciones de voto en otras naciones europeas, por supuesto, dependiendo de la gestión que lleve a cabo en su gobierno. Más aún, también es de interés para el Perú y América Latina, por el intento de hegemonía del discurso progresista, y por la cantidad importante de migrantes procedentes de ambos países y de ambos continentes.

Este acontecimiento hace necesarias ciertas reflexiones. Se trata de la emergencia de un liderazgo conservador, cuya protagonista es una mujer, lo cual es un incentivo para que en otras regiones del mundo se continúe luchando para abrir mayores espacios en el ámbito de la política y de la administración de la cosa pública en favor de las mujeres. Por otro lado, respecto de las consignas que identifican a la nueva lideresa italiana, nos preocupa que, con el argumento de la defensa de la soberanía de los pueblos, pueda producirse una categórica oposición a la migración hacia su país. Seamos objetivos, el mensaje de la primera ministra es una clara confrontación con el parlamento europeo con sede en Bruselas.

Para evaluar, de la manera más justa posible, las consignas de la primera ministra, debemos tomar como referente a la normativa internacional en materia de derechos humanos, y observar la pertinencia de la misma. En verdad, hablar de fronteras seguras para condenar la migración masiva es desconocer el derecho que todo ser humano tiene de buscar mejores condiciones de vida en otras partes del mundo. Los italianos lo hicieron desde siempre, como navegantes entre los siglos XV y XVI, y como ciudadanos entre los siglos XIX y XX. En América del Norte, en Sudamérica y especialmente en el Perú han sido bien recibidos y, por supuesto, han realizado extraordinarias y reconocidas contribuciones.

La elección de la primera ministra italiana marca un hito en el proceso político mundial, por su discurso conservador y por el propio hecho de ser mujer. Sin embargo, todo atisbo de xenofobia es preocupante, es condenable. La hermenéutica conservadora es válida a condición de hacer suyo el principio de que “Los derechos de uno terminan allá donde empiezan los derechos de otro”. Es que la defensa de la vida, la familia natural, la identidad sexual, el trabajo, la soberanía de los pueblos, las fronteras seguras, y aún la defensa de la civilización y la universalidad de la cruz, bien puede llevarse a cabo sin recurrir a la otredad, ni de islamitas ni de nadie. La flamante primera ministra italiana es conservadora, y, por ello mismo, tiene la tarea hermosa de conservar todos los derechos humanos.

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