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La porkymania

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Fecha Publicación: 20/07/2025 - 22:40
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La historia de la economía mundial de los últimos 125 años nos ha enseñado que el ser humano está dispuesto a pagar más por algo que sea de mejor calidad. Nadie puede ir contra esa tesis. Esa es la fórmula de un sistema que ha sacado de la pobreza al 90% de la población mundial y que, desde 1990, la pobreza extrema se redujo de forma imparable: del 37,81% de la población mundial pasó a casi desaparecer con 8,44%, en la actualidad. La lógica de un empresario es la generación de riqueza y eso lo sabe muy bien Rafael López Aliaga. El tema del transporte y que los peruanos pierdan hasta tres horas en un sucio bus es uno de los tres nichos en una campaña presidencial. Y hasta el momento quien ha impuesto la Agenda Setting es López Aliaga.
Cuando hablamos de la idiosincrasia peruana, intentamos sumergirnos en los oscuros rincones de nuestras mentes para preguntarnos ¿por qué somos un país que no se caracteriza por tener una conducta de orgullo y sacrificio por la patria? Después de la pandemia, según el investigador social Jorge Yamamoto, en la idiosincrasia peruana se agregó un elemento más a su mochila de “virtudes”: el individualismo, “Mato por mí y el resto que se muera”.
En la historia del tren de Porky vemos cómo este individualismo, el conformismo y la envidia se han juntado. Hemos abierto la caja de Pandora de nuestra idiosincrasia para atacar, apoyar o defender algo. La acción de Rafael López Aliaga —aquí los caviares y moralistas del socialismo y amantes de los terroristas no pueden dejar de reconocer que Porky hace lo que dice, no sólo habla, como ellos— está generando un impacto, un impacto que si resulta en éxito y operatividad, será el primer mensaje potente para la sociedad en su campaña presidencial.
Ahora bien: somos una sarta de envidiosos. Una gran parte de la sociedad peruana es envidiosa en niveles nunca antes vistos. Citando nuevamente al investigador Jorge Yamamoto, el peruano es envidioso y machetero. Es capaz de invertir tiempo, dinero y esfuerzo en fastidiar al otro; no porque quiera lo que el otro tiene, sino porque no quiere que lo tenga. Entiendo lo que están haciendo los medios, ¿no? Somos mediocres hasta la enfermedad y conformistas hasta el fracaso.
López Aliaga no es un hombre tonto. No llegó hasta donde está por ser “distraído”. ¿Puede eliminar el estrés y cambiar la vida de un grupo social, así sea pequeño? Lo puede hacer. Y eso es peligroso para los amigos de Gustavo Gorriti y los Acuña, el dinero manda, señores. Sin embargo, la justicia de EE. UU. le dijo al alcalde que no hay motivo de reclamo con los peajes… No descuiden los detalles de esta nueva apuesta que el mundo espera con ansias la carnada.

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