La política es una negociación permanente
La decisión del Congreso de la República de no suspender a Roberto Sánchez luego de acusarlo constitucionalmente, como sí lo hizo con Betssy Chávez, es una muestra más de cómo funciona la dinámica de la política, que muchas veces se aleja de lo que la mayoría podría considerar lo más lógico, para establecer un razonamiento propio basado en la negociación y la correlación de fuerzas.
Para muchos puede resultar increíble que incluso Fuerza Popular votara en contra de suspender a Sánchez, sin embargo, pueden existir diversas razones que llevaron a las distintas fuerzas políticas a tomar esa decisión: la suspensión de Sánchez se rechazó con 39 votos en contra y 27 a favor, frente a los 66 votos a favor que suspendieron a Betssy Chávez.
Esta diferencia tan significativa en las votaciones, a pesar de tratarse del mismo tema, lleva a preguntarnos por qué se decidió mantener como parlamentario a Roberto Sánchez. Vale recordar que Sánchez es el presidente de Juntos por el Perú, partido que tiene la inscripción legal para postular a las elecciones, y por lo tanto cuenta con un peso político propio.
En caso de ser suspendido, su accesitario sería un miembro de Nuevo Perú, partido sin inscripción que se alió con el partido de Sánchez para poder postular, pero que cuenta con una gran maquinaria mediática y propagandística.
Es probable que, tras sopesar el impacto político de un Roberto Sánchez que respaldó al gobierno de Castillo, y por lo tanto que se encuentra golpeado por todos los escándalos de ese gobierno, frente a un nuevo representante aún sin demasiados anticuerpos, que muy probablemente entraría a buscar enfrentamientos políticos en el Parlamento, las bancadas hayan preferido mantenerlo en su curul mientras se le investiga.
Para algunos analistas, no suspenderlo ha sido una jugada estratégica para evitar generar confrontación y tensión en el Congreso, lo que no sucedía al suspender a Betssy Chávez, quien, además de mostrarse siempre beligerante, sería reemplazada por un accesitario de Perú Libre, un partido ya golpeado por haber llevado a Castillo a la presidencia, y que además suele estar dispuesto a entrar en negociación política en diferentes circunstancias.
Desde esta perspectiva, el costo político de sacar a Sánchez de su curul pudo haber sido superior a los beneficios que hubiese traído, mientras que la suspensión de Chávez no implicaba un verdadero costo para el Parlamento, sino que las distintas bancadas se beneficiarían de su ausencia, incluyendo a Perú Libre; recordemos que ella renunció a esa bancada a los pocos meses de iniciado el gobierno de Castillo.
Pero la política es más que sumas y restas y costo-beneficio. Sería ingenuo no pensar en que el que Sánchez se mantenga como congresista también implicó una negociación política en todo el sentido de la palabra.
En el Parlamento se habla y se llega a acuerdos, esa es su función: que las distintas fuerzas políticas discutan y busquen llegar a consensos mínimos que les permitan coexistir y generar desarrollo al Estado.
Y para llegar a esos consensos todo se somete a votación, otorgándole una relevancia política trascendental al voto de cada parlamentario, convirtiéndolo en su más importante herramienta de negociación, pues, en muchos casos, las votaciones son bastante ajustadas.
Lo más probable es que en próximas votaciones en el hemiciclo veamos resultados inesperados, que podrán aclarar más el panorama de los acuerdos a los que se ha llegado el miércoles pasado, y que nos recordarán, una vez más, que la política no tiene que ver con posturas irreconciliables, sino con cálculos políticos que suelen tener mucha estrategia y planificación por detrás, a pesar de que desde afuera, desde la ciudadanía, no lo veamos con claridad.
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