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A la Policía no se le toca ni con el pétalo de una rosa

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Fecha Publicación: 15/06/2025 - 22:50
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El colapso del principio de autoridad

Lo ocurrido con la suboficial Lucero Príncipe no es solo un caso más de violencia callejera. Es el reflejo de un preocupante desmoronamiento institucional. Dos ciudadanos, con total desparpajo, agreden físicamente a una policía en ejercicio de su función. La agreden, la empujan, la jalaron del cabello. Todo quedó registrado en video. Flagrancia pura. Sin embargo, la justicia opta por liberar a los responsables bajo el argumento de que las lesiones fueron “leves”. ¿Estamos hablando en serio?
¿Desde cuándo golpear a una autoridad uniformada se mide en “días de descanso médico”? ¿Desde cuándo la brutalidad tiene un pase libre si no deja marcas profundas? El mensaje que se está enviando a la ciudadanía es claro: se puede agredir a un agente del orden y salir caminando. Esto es una cachetada al principio de autoridad.

Fiscalía, Poder Judicial y Policía:
¿enemigos en vez de aliados?

Lo más escandaloso no es solo la liberación de los agresores. Es el enfrentamiento abierto entre instituciones que deberían marchar juntas contra la criminalidad. La Policía Nacional detiene, el Ministerio Público minimiza y el Poder Judicial libera. ¿Dónde está la coordinación? ¿Dónde está la estrategia nacional para enfrentar la creciente violencia contra las fuerzas del orden?
Las declaraciones del director de Defensa Legal de la PNP, General Máximo Ramírez, reflejan un hartazgo legítimo. Califica de vergonzosa la actuación del fiscal Wilfredo Avellaneda, y no le falta razón. Porque esta no es una discusión técnica, sino un debate sobre cómo se protege (o no) a quien se juega la vida en las calles.

Agresores reincidentes:
¿hasta cuándo la impunidad?

Para colmo, uno de los implicados en la agresión tiene antecedentes por violencia familiar y abuso sexual. ¿Y aun así lo liberan? ¿A qué esperan las autoridades para detener este ciclo de impunidad? Este no es un ciudadano común con un mal día. Es un reincidente. Un agresor habitual que ahora también ha golpeado a una agente del orden.

Basta de permisividad

Este editorial no es un llamado a la venganza. Es un grito de indignación. Una exigencia a que se respete la investidura policial. El uniforme no puede seguir siendo blanco de ataques mientras fiscales y jueces discuten tecnicismos.
Reiteramos: a un policía no se le toca ni con el pétalo de una rosa. Porque si dejamos que se agreda a una suboficial frente a sus hijos, en plena vía pública y sin consecuencias reales, ¿qué queda para el ciudadano de a pie?

Que este caso sea un punto de quiebre

Es momento de que la Fiscalía, el Poder Judicial y la Policía dejen de actuar como compartimentos estancos. O trabajan en conjunto o la delincuencia seguirá ganando terreno. La violencia no se combate con tibieza. Se enfrenta con decisión, unidad y una sola voz: tolerancia cero contra las agresiones a la autoridad.

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