La población dijo ¡basta!
Otro cinco de abril que dejará su marca en la historia nacional, para bien o para mal, pero la dejará, porque el pueblo limeño autoconvocándose a través de las redes salió masivamente a marchar hacia el centro de la capital movilizándose a pie, en bicicletas y algunos en sus vehículos desde diferentes distritos sin importar la distancia.
La incompetencia presidencial, el idiotismo del Congreso, la manipulación política, la corrupción enraizada en el más alto nivel, la ineptitud del Ministerio Público, la desconfianza en el sistema de justicia en general, la captura de la Policía y del Ministerio del Interior, el control de los servicios de inteligencia por parte del Ejecutivo, el desplante de los Pachecos, Tiranos del Centro, Sobrinísimos y demás yerbas, la detención de Pinturita en su casa de Huancayo donde nuestro eficiente servicio de inteligencia policial no lo ubicaba, el incendio de la Dinincri en el área de lavado de activos y corrupción, la terrible incompetencia del Gobierno para enrumbar el país hacia el desarrollo, el intencional empobrecimiento de la población bloqueando la actividad minera y, por ende, el ingreso de divisas para cubrir un presupuesto amenazado por una crisis no atendida preventivamente ya que, conociéndose que los productos importados subirían de precio era obvia la necesidad de exportar más nuestros productos que en el mercado internacional han alcanzado inmejorables precios, por no prever reservas y mecanismos para que el precio de combustibles y fertilizantes se dispararan sin control provocando el alza de todos los precios en los bienes y servicios y, especialmente, en los productos de primera necesidad, por no desarrollar políticas de inversión pública y privada para generar más puestos de trabajo y mirar displicentemente la pérdida masiva de empleos y el crecimiento de la informalidad y el aumento de la pobreza, entre otras muchas ineptitudes, todo eso ha venido desquiciando la paciencia de los peruanos que empezaban a ver con claridad que todo era intencional para la implantación de un comunismo totalitario con su secuela de privación de libertades y oportunidades para todas las generaciones en el presente y en el futuro.
La indolente desatención de los reclamos de los agricultores y la indiferencia ante la preocupación de los transportistas provocó una reacción general y violenta en todo el Perú con un foco agrario muy luchador en el Valle del Mantaro, produciéndose muertes que nadie quiere y que se pudieron evitar.
La matonesca inmovilización de la población de Lima y Callao dispuesta por el prosor en la madrugada del martes, desató la ira y la desobediencia civil con una multitudinaria movilización cuyo objetivo fue exigir la renuncia del Presidente. Por otro lado, triste el papel del Congreso y de congresistas que se suponía representaban una oposición sólida y coherente.
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