La paz con Ecuador, legado del presidente Fujimori

Hace apenas tres días, concretamente el sábado 26 de octubre, se cumplieron 26 años de celebrados los acuerdos de Brasilia, los mismos que materializaron la paz definitiva del Perú con Ecuador, luego de más de siglo y medio de relaciones no solo tensas, sino muchas veces cercanas al conflicto, cuando no de real y trágico enfrentamiento, costoso en vidas y en oportunidades para ambos países.
Los acuerdos de Brasilia fueron la culminación de un proceso iniciado por el presidente Alberto Fujimori apenas unos meses después de llegar al poder en 1990.
Al igual que con la desastrosa situación económica y social, la agresión terrorista, cercana ya a desaparecer al Perú como sociedad políticamente organizada, y el aislamiento y precariedad ante la comunidad internacional, el conflicto con el Ecuador mereció la decidida atención del sobresaliente maestro universitario que los peruanos tuvieron el acierto de elegir en momentos en que el Perú parecía no tener ya viabilidad alguna.
Lograr la paz con el Ecuador significó una ardua labor personal del presidente Fujimori, apoyado por un eficiente y patriótico Servicio Exterior peruano, así como por juristas destacados como Francisco Tudela y Fernando de Trazegnies. Fueron cinco los presidentes ecuatorianos con los que debió tratar el Ing. Fujimori. Nuestras Fuerzas Armadas estuvieron a la altura no solo en el frente de batalla, sino también en las labores de recuperación de su capacidad operativa, en planeamiento y apoyo decidido a la concreción de los acuerdos.
Este es el primer aniversario que se cumple en ausencia física del presidente Fujimori y, más allá de que los resultados positivos de 26 años de paz entre Perú y Ecuador son importantes y evidentes, resulta necesario, en estricta justicia, repetir que el kilómetro cuadrado cedido por Perú a Ecuador, en propiedad privada y manteniendo nuestro país plena e intacta soberanía, es territorio peruano destinado exclusivamente a que el hoy hermano país del norte pueda rendir homenaje a sus nacionales caídos en décadas de penoso desencuentro.
Las voces que en estos años se levantan, ciertamente cada vez en menor número, pretendiendo tergiversar este elemento del Acuerdo de Paz de Brasilia, quizás logren confundir transitoriamente a algunas personas, pero jamás podrán cambiar la verdad que está a disposición, bastando solo con leer el texto de dicho tratado internacional.
El libro que el presidente Fujimori dejó listo antes de alejarse físicamente, sin duda, echará muchas más luces aún sobre este legado suyo a la paz binacional, continental y mundial.

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