La partidocracia atenta contra la democracia

Si bien es cierto que la palabra “partidocracia” es un neologismo, también es cierto que su uso se refiere a la influencia determinante de los partidos en la toma de decisiones de los órganos estatales y que son los que manejan el poder político en la administración de un Estado. En consecuencia, la dirección del manejo de la cosa pública está sujeta a los intereses partidarios y no al interés general que debe ser la fuente de inspiración del funcionamiento de una estructura de gobierno, como forma de organizar y ejercer el poder; es decir, se produce un abuso del poder por parte de los partidos, dejando a un lado el interés de la población nacional.

Las últimas informaciones recibidas que nos dan a conocer que existen 28 organizaciones políticas inscritas en la OROP (Oficina de Registro de Organizaciones Políticas Partidarias del JNE) y que se suman a ellas otras 19 que están en proceso de inscripción, nos permite observar un panorama en el que nos lleva a pensar que, en las próximas elecciones generales podríamos tener en el Perú hasta 47 personas postulando a la presidencia de la República (todo un récord a nivel mundial).

En el entendido que son los partidos políticos los que deben de postular a sus candidatos a la Presidencia de la República y al Congreso, como instrumento de la democracia representativa, permitiendo que a través del voto la ciudadanía elija a sus representantes, las organizaciones partidarias son el medio a través del cual se accede al poder. Hasta aquí todo parece “pintar bonito” y adecuado para procurar que la democracia funcione en el Perú.

Pero, la realidad nos muestra un panorama realmente preocupante cuando se analiza el cómo se van promoviendo la creación de las agrupaciones políticas; la gran mayoría de ellas, alrededor de la fuerza de imagen de una persona a la cual se le “anima” para formar una organización partidaria con miras a acceder a la toma del poder (pues, esa es la razón de ser de los partidos políticos) se supone, para realizar acciones que beneficien al conglomerado social.

Frente a este escenario se adiciona el que el grueso de la población electoral, que ya debe de bordear los 25 millones de ciudadanos actos para votar, de seguro que en un 90% de ellos no están vinculados formalmente a un determinado partido político; lo cual significa que menos de un 10% de los electores son los que van a decidir el futuro de nuestra democracia, la cual continúa siendo muy incipiente, en el entendido que aún no se encuentra suficientemente institucionalizada.

Para comenzar a ver con mejor expectativa el desarrollo de nuestra democracia es necesario que se entienda que, como se ha llamado la atención más de una vez, la democracia no es únicamente una forma de gobierno, sino una forma de vida política, en la que los partidos políticos sean conscientes de que su objetivo debe ser el tener presente que su “grado de solidaridad debe ser el general”, como lo señalan los politólogos. O, lo que es lo mismo, dejar de lado el interés partidario o personal, y reemplazarlo por el interés colectivo o del pueblo en general.

Los actuales cabildeos que ya comenzaron a aparecer, en búsqueda de conformar alianzas entre las agrupaciones políticas ya inscritas, así como las que están en proceso de encontrar su reconocimiento e, inclusive otras que ya renunciaron a continuar buscando firmas, me pregunto: ¿cuáles son las condiciones que ponen “sobre la mesa” para poder desarrollar sus conversaciones? Con toda seguridad, la respuesta estará referida a ¿quiénes integrarán la “fórmula presidencial”? y/o ¿cómo se distribuirá el orden de los candidatos al Parlamento?

Por lo tanto, lo que más le interesa al ciudadano común y corriente es saber cuáles son las propuestas que ofrecen los partidos para solucionar los diversos problemas que tiene la población nacional; y, al parecer, no es un asunto que debe estar mereciendo la atención de las cúpulas partidarias en los conversados para formar las referidas alianzas. Me atrevería a decir que, no conversan sobre ello, por cuanto aún no tienen dichas propuestas.

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