La oposición da pena

Pedro Castillo está logrando un contundente apoyo internacional en la región. Por torpeza del Congreso de la República se le negó el permiso para viajar a México a recibir la presidencia pro témpore de la Alianza del Pacífico. Mal jugado. Ahora, a propuesta de su aliado Andrés Manuel López Obrador la cumbre de la Alianza del Pacífico se realizará en Lima con el beneplácito de todos los países miembros gobernados por la izquierda, es decir, por el Foro de Sao Paulo y el Grupo de Puebla. Así, este 14 de diciembre se reunirán para consolidar internacionalmente a Castillo el presidente de México, el de Colombia y el de Chile. Con este último Castillo sí se reunió en Santiago a raíz de un gabinete binacional al que el Congreso contradictoriamente sí lo dejó viajar (fina cortesía de Fuerza Popular). El apoyo de sus pares de izquierda tiene un significado de gran trascendencia para un Castillo sobre el que pende una tercera moción de vacancia que, como las dos anteriores, absurdas e inútiles, carece de los votos necesarios para concretarse. El mensaje de los magnates de la Alianza del Pacífico es claro: te apoyamos porque en el Perú hay un sector que quiere sacarte a como dé lugar. Lo cierto es que para la comunidad internacional poco importan las acusaciones de corrupción contra Castillo como poco les importa a los países miembros del Foro de Sao Paulo y del Grupo de Puebla la corrupción que hay en Argentina o Venezuela o Nicaragua. Castillo ha sabido venderse ante el mundo como el humilde profesor rural al que el establishment político de derecha lo quiere fuera desde el primer día de su elección. A esto ha contribuido con todas sus letras la estúpida oposición que tenemos en el Congreso, en los colectivos ciudadanos y los medios de comunicación. Primero fue el asunto de un “fraude” que nunca se probó y del que los observadores internacionales nunca dieron cuenta. Lo segundo fue su relación con Sendero Luminoso, una observación plagada de conjeturas con bases muy poco sólidas. Otra simplonada fue la acusación de traición a la patria por una entrevista televisiva que terminó en el tacho de la basura puesto ahí por el Tribunal Constitucional. ¿Dónde están ahora sus autores? Desaparecidos. Así, cuando se descubrieron los pecados venales de Castillo y su régimen con un entorno político y familiar plagado de corruptos, Castillo ya estaba inmunizado a las vacancias, suspensiones, acusaciones constitucionales y denuncias de toda laya. La estúpida oposición actuó como la fábula de Pedro y el lobo. De tanto anunciar una serie de hechos por demás cuestionables en cuanto a su verosimilitud, cuando llegó la corruptela ya Castillo estaba blindado como una víctima de un complot de una derecha chillona que sólo buscaba defenestrarlo. La comunidad internacional, OEA incluida, apoya esa versión. Las carpetas fiscales de la fiscal de la Nación le hacen cosquillas y su pulseo con el Congreso no desembocará en su expulsión y por el contrario terminarán de consolidarlo en el poder de la mano con la comunidad internacional. Los grandes culpables de todo ello han sido los miembros de la oposición de todos los pelajes, gente absolutamente inoperante, incompetente y amateur. Estos son responsables del descalabro de la oposición y de que Castillo se quede suelto de huesos hasta que se cumpla su mandato. Tampoco habrá disolución del Parlamento. El Ejecutivo no tiene la fuerza necesaria para cerrarlo como sí lo tuvo Fujimori y Vizcarra en su momento. Lo peor de todo es que nos mantendremos en este miasma de statu quo los próximos tres años y medio.

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