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La opción del bicentenario

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Fecha Publicación: 20/03/2021 - 19:40
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Dentro de unas tres semanas, el pueblo peruano tomará una decisión trascendental en las elecciones generales que deben marcar la pauta a partir del próximo 28 de julio en el que celebramos el bicentenario de la independencia en el marco de una de las peores crisis de nuestra historia republicana.

La dicotomía que se presenta en esta elección al electorado es clara y contundente: o vota por un candidato y un partido que, de una u otra forma, garanticen la plena vigencia del sistema democrático o apoya a un postulante y un movimiento político que encarnan la eliminación de la democracia y su sustitución por un régimen chavista al estilo del que impera en Venezuela.

Con la llegada al poder de Ollanta Humala el Perú se libró con las justas de la implantación de un régimen de esa naturaleza: el desplazamiento hacia el centro de Humala eliminó la posibilidad de la puesta en marcha de su programa original próximo al chavismo pero promovió, como en anteriores gobiernos, la corrupción sistémica que desde hace décadas maneja el aparato estatal.

Y ese es el punto central de la coyuntura actual: Venezuela cayó en manos de Chávez por el fracaso y la corrupción que caracterizaron a los sucesivos gobiernos de Acción Democrática y el COPEI luego de la desaparición de ese ilustre demócrata, don Rómulo Betancourt, y ante el declive de Rafael Caldera.

El escenario actual en nuestra patria no es promisorio: a la multiplicidad de partidos políticos que son en realidad “vientres de alquiler” se suman otros que meramente defienden intereses creados en el contexto de una connivencia clara con la corrupción y el permanente desfile de actores políticos que van de un partido a otro con absoluta desvergüenza.

Por eso,como nunca antes y en defensa de la democracia, se requiere un voto de conciencia que analice las propuestas y que mida a los propios candidatos quienes pueden constituir ese hasta ahora inevitable “mal menor” pero deben ser respetuosos del sistema, lo cual implica una trayectoria alejada de la corrupción, una honesta y comprobada vocación de servicio y una decidida voluntad de cambiar el orden de cosas que hoy lamentablemente caracteriza al Perú.

Presidente de Perú Nación-Presidente del Consejo por la Paz