La moral y el derecho

La relación entre la moral y el Derecho responde a la necesidad de orientar la regla jurídica a una aplicación más justa, una que responda a guiar la conducta de las personas en lo social y lo individual, capaz de generar igualdad y seguridad jurídica.

Es así como el Derecho convive con la moral, y se manifiesta en el reconocimiento de los derechos humanos o en el sentido de justicia aún frente a la duda razonable.

Sin embargo, da la impresión que los valores se vieran superados por la ley. Se suele confundir “lo correcto” con “lo legalmente permitido” y lo vemos todos los días.

Vemos en qué momento le sacamos la vuelta a la ley, mientras no exista de por medio sanción, podemos estirar la norma, lo más que se pueda, sin importar que cada vez que una regla se torna “flexible” alguien más puede estar pagando las consecuencias.

Si nadie me ve, puedo escapar de mi responsabilidad, total sin testigos ni evidencias, no hay delito.

De otro lado, las autoridades muchas veces olvidan sus deberes ético funcionales, se dejan seducir por la codicia, la pereza, la desidia.

Envían inocentes a la cárcel y le abren la reja al criminal, su carencia de valores no conoce límite, ni reconoce derechos, se tornan “legalistas” renunciando a valorar el daño, las consecuencias, la revictimización.

Y así, la violencia pasa a ocupar las primeras planas de los diarios, miramos con estupor que violen niñas y mujeres de una forma brutal hasta provocarles la muerte, que masacren niños en una escuela a balazos, que una persona acuchille a otra porque no le quiso dar dinero, que maten a un anciano por resistirse a un asalto, que maltraten animales por insana diversión.

Una sociedad donde se toleran insultos denigrantes, en la que se ataca al mensajero y no se cuestiona el mensaje, en la que se normaliza el discurso de odio para hacerse viral y volverse famoso en las redes sociales bajo la máscara de la “libertad de expresión”, una sociedad enferma de odio hasta el punto que se vuelve incapaz de reconocerlo porque mientras la ley y la autoridad sea ciega, sorda y muda, todo es permitido.

Todas estas situaciones descritas, son evidencia clara, no solo de la falta de atención de la salud mental, sino de lo que casi nunca se habla: de la ausencia de valores, evidencia de la poca efectividad de las políticas públicas educativas que no priorizan el trabajo en conjunto con las familias, con el entorno social, porque los valores morales no se aprenden de memoria, no se enseñan, se viven con el ejemplo, el respeto, la honestidad, la lealtad, el amor al prójimo, la bondad, la empatía, la responsabilidad, la humildad, entre otros. Su enseñanza sigue siendo la deuda pendiente del Estado con las futuras generaciones.

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